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miércoles, 3 de febrero de 2016

Enfoque: Un lazo para la Yerbabuena


Blas J. Muñoz. La noche estalla en la antepenúltima palabra de la presentación y el tiempo vuelve sobre sí a aquellos felices noventa donde podía repasar un millón de veces cada letra y la octavilla se clavaba con su punzada de luz como una Saeta pagana. Los Cobardes traen de vuelta a Ares y el Falla se parece un poco más a sí mismo.

Entre los detalles de un tipo sencillo, incluso criticado como si las coplas necesitaran de otro disfraz que la voz afinada, se halla un lazo de yerbabuena. Como un verso de Lorca, el detalle huele a Luna de primavera en este invierno extraño, mientras la vista del caracol solo alcanza la hierba.

La voz de María parece contenerse en ese lazo, en ese homenaje póstumo y silencioso de los tres oles que ya forman un eco del pasado. Quizá, cuando las luces se apaguen y las bambalinas desaparezcan, el eco de una chirigota lejana de las que suenan a Viña y Corralón se deslice por el Patio de butacas. Sin focos, puede que desde el cielo la voz de María grité un ole póstumo para que no se seque su lazo de yerbabuena.






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