Blas J. Muñoz. La Cuaresma llena de estampas el álbum nostálgico de las cofradías que, pasado el tiempo de pasión, buscarán en su memoria gráfica los momentos precisos en que las mirada de su Imagen y la del fotógrafo se cruzaron para siempre. Miradas como las del Cristo de la Universidad y la Virgen de la Presentación que hablan de dos obras de referencia para sus autores, Juan Manuel Miñarro y Miguel Ángel González.
Rostros como los que marcan la distancia emocional del grupo escultórico de las Angustias que, el próximo Jueves Santo, volverá a caminar desde San Agustín hasta la Catedral con un acompañamiento musical distinto al que acostumbrábamos durante las últimas tres décadas. Y que, sin embargo, no dejará de mostrar la potencia de la Imagen ante el espectador, ante sus devotos, como bien hemos podido apreciar durante la celebración de su Septenario.
Perfiles que dejan su caída devocional en el semblante del Descendimiento. En la mirada de la Virgen del Buen Fin, a la que este Viernes Santo prologará un Sine Labe que vuelve a poner en la primera línea de las cofradías cordobesas a uno de sus máximos impulsores, Fray Ricardo.
Rostros que son parte de una Semana Santa que se prolonga durante todo el año y que en estos días alcanza su preludio de luz en cada templo de la ciudad.