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miércoles, 2 de marzo de 2016

Donde nace el Azahar: Buscando tu rostro


Blas J. Muñoz. El tiempo corría en su contra. Quería retener las horas de aquella Cuaresma infinita de recuerdos y sensaciones que creyó perdidas. Salió al calor de aquella tarde primaveral, empujado por una fuerza primitiva, irracional, que lo impelaba a buscar algo sin saber muy bien qué o a quién.

Las calles le parecieron, de repente, iguales. Notó como le temblaban las manos con la ansiedad de quien no recuerda aquello busca y, en consecuencia, no sabe por dónde iniciar sus pesquisas. Las aceras parecían tan vacías como los transeúntes que no miraban nada a su alrededor, como caminantes automatizados, sin rumbo.

Sus pasos se detuvieron en seco. Se vio ante la portada de San Juan y Todos los Santos. Trémulo se adentró por el antiguo templo para detenerse ante la capilla que la encumbraba a un orbe, tan celeste y distinto, como una bóveda de miles de bóvedas que esconden los secretos argentos. En su rostro se detuvo durante un espacio emocional que lo trasladaba a otra piel distinta a la suya.

Desde la Trinidad a la Virgen que lleva su nombre quiso guardar cada sensación reencontrada.





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