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viernes, 4 de marzo de 2016

Donde nace el Azahar: La niña de mis ojos


Blas J. Muñoz. Aquella nos encontramos los dos. Un intenso fin de semana, con el Vía Crucis del Buen Suceso en el horizonte, nos aguardaba. Cambiamos impresiones sobre la Semana Santa que nos aguardaba entre el temor y la ilusión de ver la Catedral como la tierra prometida. Me contó tantas cosas que por eso estos días les cuento esta historia y me habló, cómo no, de la niña de sus ojos.

Los mismos ojos que, en su caída infinita, son capaces de mostrar miles de años contenidos en veinticinco. Los mismos que duelen más, que hieren y te erizan la piel con más fuerza a cada golpe de Martes Santo. Los mismos que una noche tuvieron el atrevimiento de cautivar los ajenos para hervirle el corazón para siempre.

Fue una noche, a su paso por Capuchinos, cuando todo quedó dicho para siempre. Nadie supo de ese amor por más que se haya narrado. Nadie supo que cada detalle reaparece cuando menos te lo esperas, en un cartel, y ya ni puedes caminar por la calle porque en cada marquesina está Ella para recordarte tu camino.

Regresó a casa con la mirada de la Virgen de la Caridad clavada en medio de su ser. Y más seguro de que el camino, el mismo que nunca fue sencillo, era el correcto.

@BlasjmPriego
Foto: Álvaro Córdoba



Recordatorio Donde nace el Azahar: Salud



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