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sábado, 12 de marzo de 2016

Así les hemos contado el Pregón de Semana Santa



Blas Jesús Muñoz. En Gente de Paz buscamos siempre tenerles informados de forma instantánea cuando surge la noticia. Es por ello que hoy les hemos acercado una nueva forma de hacer periodismo cofrade, por medio de la que les hemos retransmitiendo el Pregón de Semana de Córdoba desde el Gran Teatro en tiempo real, una apuesta que ya pusimos en práctica en el pasado Pregón del Costalero de la Hermandad de la Cena con notable éxito y que viene a ser el preámbulo de lo que haremos desde nuestro medio en la inminente Semana Santa.

Una forma de acercar a quienes no han podido estar presentes la emoción y sentimientos de un pregonero, cuya particular visión de sentir la Semana Santa se halla fuera de dudas y que, a buen seguro, nos dejará momentos irrepetibles.

Así les ha contado Gente de Paz el pregón de José Juan Jiménez Güeto:


TIMELINE

Enorme ovación. Enormes las coplas a la Virgen de la Sierra.

22:22. Termina el Pregón. Viva el Pregonero y viva la Semana Santa!

22:21.

¡Virgen de la Alegría!,
jubilosa estrella de Santa Marina,
devota y orante hija del Creador,
dulce esposa del Espíritu Santo,
Señora de Nazaret, madre del Sí.

Tez sublime de hermosa pureza,
Virgen de Fátima, susurro de los pequeños,
Morenita, que en el cerro del Cabezo
acoges las plegarias del corazón sincero.

Escondida, Señora de Villaviciosa en la serranía
que desprende aroma a tomillo y romero,
valiente capitana, abanderada de la verdad,
conquistadora y bella Reina de Linares.

Excelso Rayo de esperanza y paz,
que apaga la sed de las almas errantes
en el manantial de tu Fuente Santa,
y salvas a quien te nombre e implore Socorro.

Madre del Tránsito, grata durmiente,
que en el ocaso de la vida,
nos adornas con el escapulario carmelitano,
llévanos hasta el altar del cielo, Señora de Araceli.

Y siempre, alegre y egregia Paloma Blanca,
permanezcamos anclados a tu dulce mirada.
Salud de los enfermos, Auxilio de los creyentes,
Divina y tierna Pastora,
Madre Amada de la Sierra, no nos niegues tu favor.

22:20. Cristo victorioso camina a hombros de sus hijos exultantes, porque han encontrado el tesoro, la perla perdida, y con un andar triunfante van llenando de luz la calle Moriscos, Piedra Escrita… y la vía dolorosa, transformándola en un vergel regado de frescas acequias que llenan de vida la tierra nublada por el mal hasta llegar a la esbelta y grandiosa Catedral. Allí el cirio de la Pascua se eleva ahora donde antes estuvo el leño de la ignominia. Luz de pureza. Columna de Marfil. Acrisolada en el tiempo, fruto del esfuerzo y la dulzura, para que nuestra alma, al contemplarlo, desborde de gozo, felicidad y entusiasmo, como la bendita Señora de Santa Marina, la Virgen de la Alegría.

22:14.

Óyenos, bienaventurada Señora Nuestra de los Dolores.
Desde tu luto al pie de la Cruz la tarde de la hiel y de la sábana.
Desde los clavos y las espinas que se han
posado en tu mano como un ave funesta
y son a la vez áureo regalo de salvación.

Tú que eres Corazón de Dolor
salva a los que se ahogan en el oleaje
de sus corazones apasionados,
socorre a los que caminan cayendo
en el exilio de su calvario….

…Reina enlutada de los Servitas.
Reina descalza de las calladas penitencias.
Reina del duelo en el Viernes de la Tristeza.
Reina dolorosísima que lloras implorante por nuestro destierro,
danos un día la ciudad eterna de tu Hijo, la
almenada ciudad de Dios que será otra Córdoba celeste.

Madre coronada de Córdoba atiéndenos.
Corazón de Córdoba escúchanos.
Señora de Córdoba óyenos y
llegue nuestro clamor a Ti.

22:11. “Flor del Desconsuelo”, que transida de dolor y agotada por las espantosas horas vividas, sostenida por el discípulo amado y María Magdalena, caminas silenciosamente, tras el Señor de los escribanos, contemplando sobre tus lánguidas manos el paño que lleva impregnado en roleos la huella martirial del Divino Maestro y las estrellas que tus dulcísimas lágrimas han derramado. Querida Madre, a tus plantas se despide el duelo, tus costaleros se abrazan entre lágrimas y corazones desconsolados; y en el sepulcro del Salvador y Santo Domingo esperan en extraordinario recogimiento y bañados en innumerables lágrimas los ojos de los nazarenos que en un río de luminarias, en el oscuro y trémulo anochecer, aguardan a que Tú, Madre del Desconsuelo, des la última despedida.

22:09. Dos minutos de ovación interrumpen al pregonero cuando recuerda a su Madre y su hermano. No hay palabras.

22:05. Aún queda un último gesto de compasión e inmenso amor. El Señor de la vida no ha dejado en el olvido a todos aquellos justos que murieron esperando ver la gracia de este día. En este monte, Madre y Señora de las Tristezas, Señora de las Montañas, que acoges al ermitaño que vive penitentemente por nuestros pecados, Tu Divino Hijo, rescata del profundo y maloliente infierno a todas aquellas almas por las que nadie oró porque no conocieron el poder de la cruz. El Señor, Remedio de Ánimas, nos da la última lección: es justo, necesario y santo, rezar por nuestros difuntos. Por ello, los fieles de Ánimas, en los humilladeros de la calle Cristo, plaza Olmos y en el rincón de la portezuela de San Lorenzo, acogían limosnas para que ardieran las lámparas sin consumirse, en sufragio, reiterando en el tiempo el signo del Señor de Ánimas en el calvario: ganar todas las almas para la gloria del Paraíso.

22:00. El Teatro irrumpe en aplausos.

21:58. El barrio de la Catedral reluce entre el recogimiento del Via Crucis.

21:53. La emoción se palpa nuevamente al ensalzar al Cristo de Gracia.

21:49. Una defensa de la Catedral cargada de tanto sentido y profundidad, como pocas veces se ha hecho.

21:46. El atrio de la Catedral, henchido en una nube de incienso junto con la fragancia del azahar, acoge al Santísimo Cristo de las Penas que vierte dulzura al alma en el recogimiento de quien es testigo del nacimiento de la Córdoba cristiana; Cristo de la Sangre ante el que se arrodillaron los valientes y devotos Templarios y Caballeros de Santiago. Hasta este Gólgota que desean confiscar sigues trayendo en sí las plegarias del barrio viejo que alarga la mano para tocar el brazo de la cruz entre sollozos y suspiros en la plaza de la Corredera. En la solemnidad del momento nos dejas a la Virgen de los Desamparados. La madre virginal, la madre tuya la entregas al discípulo amado: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego dices al discípulo: “Ahí tienes a tu madre” . ¡Oh, qué mirada!, dos rostros, los ojos de uno en el otro, ¡cuánto amor se respira!, ¡cuánta ternura!, ¡cuánto dolor!, ¡cuánta esperanza! Desde tu cruz, desde donde corre tu sangre y a donde me invitas a acercarme, yo escucho todo tembloroso esta palabra tuya y esta revelación de una ternura, cuyo sentido siempre me supera. Virgen María, Purísima Concepción, aunque indigno, recíbeme como hijo tuyo: cuídame, defiéndeme, ayúdame en mis necesidades.

21:42. Unos celestiales acordes truncan la malevolencia, execración y envidia de aquellos que se mofan e insultan al excelso Redentor. Se escucha la melodía del Señor de Capuchinos, que hace brotar un aliento nuevo en el debilitado corazón de Jesús que se yergue, se alza, para llegar con andar airoso, vibrante y acompasado, triunfante a hombros de los costaleros de Humildad y Paciencia. ¡Ahí quedó! De pie, con los brazos abiertos para ser despojado de tus vestiduras, no aceptas brebajes que apaguen los sentidos. Señor, humilde y paciente, quedas al desnudo, desnuda la inmaculada verdad que en breves instantes será la imagen viva del Cristo de los desagravios y misericordia. ¡No corras bella y sublime Paloma! Toma aliento en el vergel de la Merced, embriágate de la luz que pasa tras la red que te cobija y agranda el bruñido de la plata, oro en el fruto de tu mano, para ser esperanza con la otra. Paloma de Capuchinos, en tus labios llevas la luz de un nuevo amanecer lleno de perenne felicidad.

“Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda” . Aquí se cumple Señor lo que anunciaste a tus más allegados “cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” . Y así es, Santísimo Cristo del Amor, un reguero de luminarias, un torrente de amor baja por Beato Henares hasta la sede de Osio para decirte:

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera .



21:40.

Tu Mayor dolor Señora
después de tanto tormento
se convierte en rosas rojas
que caen sobre San Lorenzo
cuando despierta la Aurora.


21:36. Aplausos y más aplausos mientras reivindica el papel de los cofrades en la acción caritativa.

21:33. Se corta la voz del pregonero cuando recita su amor hacia la Virgen de la Trinidad. Hay momentos, como éste, que justifican un pregón, una vida escuchando charlas de cofradías.

21:31.

¡Oh, Lirio magnífico deslumbrante de hermosura!
Purísima arca y sagrario en Nazaret,
excelsa y silente discípula del amado maestro,
merced de la divina Trinidad en el Gólgota.

¡Oh, Lirio blanco de la Trinidad!
Bendita Madre, luz del don de la vida,
excelsa Señora, aliento en el caminar sufriente,
feliz joven que ennobleces el alma mía.

Madre vigilante en la debilidad,
lucero en el horizonte de la existencia,
pilar en el decaimiento y la tristeza,
fuego que prende el corazón herido.

Aviva el espíritu de este pecador
con la dulzura y viveza de tu mirada,
cuida del sacerdote de Cristo
que en alianza de amor eterno
prendido está en tus benditas manos.

21:28.

Padre nuestro, Jesús Nazareno
soberano que aclaman los siglos
y Señor que bendice los cielos,
mi palabra dé gloria a tu nombre,
valedor de la herencia del Reino,
pues la mano que vence la muerte
reconoce en tu diestra mi pueblo.

El latido cansino del alma
acompasa con un ritmo nuevo,
primavera vital que convierta 
en vergel florecido el desierto.

Que la fe vacilante se torne
blanco cirio prendido en tu fuego;
que, contigo en el itinerario,
no me falte, Señor, el sustento
del tesoro de tu Providencia.

21:25. ¡Qué Señorío! ¡Qué poderío! ¡Su hablar y actuar es con autoridad! Dice lo que hace, y hace lo que dice. Quien quiera venir tras de mí, niéguese a sí mismo y cargue con su cruz. Sí, Señor de los Reyes, nadie te impone la cruz, eres tú mismo quien abraza el tronco, signo de perdición y condena, para transformarlo en el tallo que nos abre a una nueva vida en plenitud. Abrazas la cruz mirando al horizonte, signo de que el amor es el único que construye puentes, que sólo mueve en verdad la caridad. Las turbas insensibles se escandalizan y se enrabian al contemplar la magnitud del gesto, trastornadas gritan y vocean al mirar cómo abrazas con fuerza y vigor el madero que marca la verdad de la vida humana; y en el transitar, elevado sobre las aguas del Betis, con tus pies, bendices el agua que va allende del inmenso mar que se dibuja en el azul de los ojos del Dulce Nombre de María, que lanza al vuelo las bambalinas al acorde de un humilde y melodioso canto: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador”.

21:23. Los aplausos se suceden.

21:21. Ahí está el hombre, el pregonero que vuelve a vestir a la Semana Santa de Córdoba con su mejor anuncio.

21:18. Defensa de la historia de Córdoba, que tomen nota las de la primera fila del patio de butacas.

21:16. Claudia Prócula, desea saber algo más, “¿qué es la verdad?”, pero no encuentra respuesta ante el amantísimo y piadosísimo rostro de un Jesús que sabe de aquellos corazones duros, negados y ciegos, en la vanidad. Pilato, ante la negativa, sale de nuevo afuera, y ante la ciudad que fundara el general Claudio Marcelo en el siglo II a. C., que fuera colonia patricia y capital de la Bética casi siete siglos, luego tres más cristiana visigoda, proclama que no encuentra delito en Él. Pero ante el temor de las turbas que ignoran o rechazan la Gracia y Amparo de una Madre cariacontecida, apesadumbrada y consternada, insisten una y otra vez en que condenen al inocente; sus oídos temerosos y su mirada aterrorizada no alcanzan a escuchar el susurro de la delicada figura de la que es Señora y fuente de la Alegría. Se torna Pilato. Al punto levanta el brazo, y comienza al pie de la torre de San Nicolás de la Villa el andar valiente, sin concesiones, largo del Señor de la Sentencia, caminar elegante y sin estridencias, que muestra el poderío, señorío y soberanía de una tierra, Córdoba, que pese a quien pese, siempre y por siempre, será Cristiana, sede de la verdad y la vida.

21:15. Defensa acérrimo de la mujer ¡Grande José Juan Jiménez Güeto!

21:14. Profundo y reivindicativo desde la cultura e inteligencia. Grandísimo pregón.

21:04. Jesús del Perdón es recibido por Anás y dos sanedritas; los 31 puntos de luz del misterio no acaban de disipar la tiniebla del corazón de estos sacerdotes, que anclados en la soberbia y la envidia, se ufanan ante Aquel que jamás anduvo en subterfugios o escondiéndose, siempre dando la cara. Y ante la evidencia de sus palabras, la arrogancia del que quiere congratularse ante el poder, abofetea el dulce y apacible rostro de la Divina Majestad. En el instante, un llanto irrumpe en el patio de Caifás, Nuestra Señora del Rocío y Lágrimas se desploma y cae al suelo, sus ojos vierten lágrimas a raudales que se transforman en rocío, preludio de un pesaroso y compungido amanecer; sus manos se abren y alzan queriendo consolar la afrenta y endulzar la mejilla de Nuestro Señor del Perdón. ¡Ángeles del cielo!, ¿por qué calláis? Arcángel San Miguel, es este el momento de pisotear la serpiente y lancear al maligno que arde en deseos de someter al justo. No. Es la hora de callar, es la hora del silencio.


21:02. Nueva ovación para el pregonero.

20:59. Llegamos a nuestra serranía, allí donde se oculta un hermoso Getsemaní que esculpiera en la roca el Beato Álvaro, donde en esta hora duerme el ruiseñor y el mirlo; un bosque de sauces, avellanos, encinas y pinos piñoneros; donde crece el jazmín silvestre, la azofaifa, el espino de Jerusalén y el rusco: rojo intenso regado con la sangre que mana de las sienes del Divino Redentor y que florece en primavera. En esta oscuridad, cuando los discípulos son incapaces de velar, se dibuja a la luz de la luna, la figura doliente de Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto, el Señor que inspiró a San Francisco un himno a la Creación; el Jesús del que se prendaron los agricultores y olivareros de la Córdoba del siglo XVII; y en este siglo, escuela y manantial de cofrades. Es un momento triste y doloroso, mitigado y acompasado con el egregio y solemne andar que proclama la majestuosidad de la humildad del Hijo, que arrodillado, eleva la mirada al Padre diciendo “Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú” . No rehúye la misión, la tarea encomendada. En la soledad del sí, en la soledad: un consuelo, sentirse al Amparo de la Madre de los creyentes, en la distancia siente cómo apaga la tristeza y angustia.

20:51. En los hogares cordobeses, nerviosismo, turbación, ansiedad…, las calles y plazas se llenan de chiquillería y algarabía; carreras, prisas, colorido, regueros de pequeños cogidos de las manos de sus padres, familias enteras que al paso de los templos, de sus canceles, van tomando pequeñas ramas de olivo, algún avispado toma palmas y palmitos en sus suaves y delicadas manos, y caminan al encuentro de aquel que viene “victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino” ; es nuestro Padre Jesús de los Reyes, del que han oído hablar que “ha venido a anunciar a los hombres la Buena Nueva” . Ya se divisa la Borriquita, ¡ahí viene madre! ¡Mira, papá, es el Señor!, y ante el grito inocente de los niños y niñas vestidos de hebreos, sube alegremente el Señor por el Realejo, camino del que mañana será su Gólgota, al canto entusiasta de aquellos que en la niñez te mecen, hijos de la Señora fuerte y Madre de la Victoria; sobresale exultante el himno: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel!


20:47. Dos minutos de ovación.  Se oyen vítores entre el público y cuando saluda a la Alcaldesa risas.

20:46.

¡Qué bella es Córdoba! ¡Qué excelsa cantas!
Que amaneces entre verdes trigales,
mecida en azahar de naranjales;
corona de encinas, río a tus plantas.

Una alhaja por la fe conquistada,
una tierra que a Dios eleva el alma
al abrigo de una almenada en calma,
el tañir de una torre enamorada.

La creación entera concurre en ti;
un solo palpitar, un solo canto
en una melodía angelical,
como nunca en la ciudad yo sentí
un silencio roto por el quebranto
de un “himno egregio: ¡Viva la Catedral!

20:45. Concluye la presentación. Los aquí presentes jamás la olvidaremos. Llega la hora.

20:43. "Es mi familia... jamás nos dejaremos de querer". La e moción vibra en su presentadora. 

20:42. Pilar recorre la experiencia de José Juan con las hermandades de la Trinidad. 

20:37. El escudo trinitario cuelga de uno de los palcos.

20:36. "Pertenece a mi familia, a la vida de mi familia... Se me agolpan los sentimientos, las emociones..."

20:33. Pilar Fonseca comienza la presentación. Están presentes Rosa Aguilar e Isabel Ambrosio. 


20:28. Se cierra el telón. Se prepara el pregonero y su presentadora.

20:22. Por fin suena la marcha, Saeta Cordobesa. Gámez da pie al pregonero


20:16. Suena la tercera pieza musical de la noche. El momento de la presentación se acerca.

20:12. Suena "Vía Crucis".

20:06. Se abre el telón de la Semana Santa. Suena la Banda de Música de María Santísima de la Esperanza.


19:59. Se llena el Gran Teatro. Máxima expectación.


Un gran comunicador

Una de las facetas más notorias de Jiménez Güeto la ha ocupado su relación con los medios. Sencillo y accesible, en esta faceta ya comenzó a despuntar con una publicación cuando se hallaba aun en el Seminario Menor. Los años le llevaron a convertirse en Delegado diocesano de Medios de Comunicación Social, donde ha desarrollado una amplia y fructífera labor que vio nacer la revista semanal de la diócesis, así como el canal de la misma en Internet, donde pudimos disfrutar de su buen hacer, recientemente, en la retransmisión de la Magna Mariana. Ha sido parte del equipo de la Cadena Cope en Córdoba con un programa propio y colaborador asiduo de Sentir Cofrade en televisión, además de haber colaborado con artículos de opinión en Gente de Paz facetas que aseguran una magnífica puesta en escena sobre el atril.


Siempre a la vanguardia

A todo ello hay que sumar iniciativas de todo tipo, realizadas por José Juan. Entre las últimas, sobresalen los actos conmemorativos del inolvidable Antonio Gómez Aguilar, donde una exquisita exposición y la colocación de un busto en su homenaje en el Paseo de la Victoria. En el plano cofrade destacan los magníficos cultos conjuntos de las hermandades de la Trinidad celebrados esta pasada Cuaresma, abajo su auspicio.











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