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viernes, 18 de marzo de 2016

Enfoque: A David Luque no le gustan las cofradías


Blas J. Muñoz. Dejaron de gustarle. Quizá, tal vez, puede ser que en su mirada haya un poso de desencanto tal que ya, nada ni nadie consiga que el primer pregonero de la juventud cofrade vuelva a asombrarse con el paso de una cofradía ante sí. O, quién sabe, si lo que no es de su gusto no radica en el boato y sí en las personas que dan vida al mismo.

Observen las imágenes, la del pregón donde no aplaude y la de la firma del libro de honor del Aniversario de la Hermandad de la Esperanza, donde parece ausente, ido. Ni le gusta ni quiere estar allí parece expresar su actitud corporal. Muy distinta a la de Isabel Ambrosio, afamada en su rúbrica (tampoco sabemos si en la dedicatoria escribió o pensó algún agradecimiento por tocar el martillo, ese objeto oscuro de deseo).

Sea como fuere, el segundo teniente de alcalde de la capital de la Betica ostenta la responsabilidad de servir de enlace entre el gobierno local y las cofradías. Tremenda responsabilidad que, por su rictus, parece comenzar a pesar le demasiado. Una carga que puede ser aliviada si algún cirineo cordobés le echa una mano en su particular ascenso al Calvario.






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