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lunes, 21 de marzo de 2016

La mayor de las promesas


Has dado la vida por todos nosotros, ofreciéndonos el mayor de los regalos... y a tu imagen y semejanza, entregaron a lo largo de la historia, su bien más preciado miles de ovejas de tu rebaño por defender al inocente, proteger al humilde y alimentar al hambriento. En contraprestación, al igual que sucedió contigo, la maldita piara demagógica, cobarde e ignorante que te sigue persiguiendo con el paso de los siglos, ataca, hiere y martiriza a tus hijos en nombre de la igualdad, la injusticia terrenal y una multiplicidad de dioses temporales sedientos de carnaza. Y con su nueva inquisición, culpan al sencillo sacerdote que predica tu mensaje, al misionero que arriesga su vida o al seglar que publicita sus sentimientos contrariando a la progresía que impone privacidad y silencio para el sentimiento religioso, de los pecados de una minoría de cuyos desmanes no puede hacerse responsable a toda la cristiandad.

Y enfrente, en su castillo de ceguera y oro, la mentira farisea disfrazada de mitra y sotana manipula sistemáticamente tu mensaje, invocando Tu Nombre en vano y alterando la esencia de tus hechos para justificar este nuevo templo de muros de soberbia que intenta perpetuar su codicia de poder y relevancia.

Y los tuyos, los realmente tuyos, continúan navegando en medio de las corrientes, entre tormentas, dando su vida por la humanidad, como Tú hiciste, obviando si merece o no la pena el supremo sacrificio...


Si no entraña esfuerzo alguno
nada vale lo ofrecido.

Jamás hubo mayor sacrificio,
dar la vida por todos sus hijos,
la mayor de las promesas,
un Calvario de eternos suplicios
con ingrata recompensa.

Medio mundo te ofrece su olvido,
tu mensaje yace incomprendido
en la tumba de los tiempos,
y perece tu Verbo perdido
en bocas de fariseos.

Mi verso nada en la duda
del acierto de tu rumbo
lleno de Paz y ternura;
no te merece este Mundo
que te pagó con muerte y con tortura.


Guillermo Rodríguez









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