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lunes, 21 de marzo de 2016

Lo que nunca me perdería: Lunes Santo


José Barea. Segundo día de esta sección diaria de la Semana Santa. Quizá uno de los días que más me gustaría visitar la capital cordobesa, debido a los contrastes de las Hermandades que procesionan. Con esto me quedaría, aunque como digo siempre, es probable que no me perdiera nada o casi nada de toda la Semana de Pasión cordobesa. 

El caminar. No me perdería dos andares que son distintos, pero cada uno grandioso en su estilo. En primer lugar, el caminar alegre de la Redención, a compás de su agrupación musical. Cambios bien medidos. Me gustó mucho ver el misterio en el Vía-Crucis Magno. Me pasó lo mismo con el imponente paso de la Sentencia. Caminar elegante, dulce, al compás de las clásicas cornetas del Sol.

La música. Sin duda me quedaría con las dos formaciones musicales de la Cofradía de la Merced. Coronación y Merced, cada una en su estilo, encajan perfectamente en los pasos de misterio de la Hermandad del Zumbacón. Un conjunto digno de presenciar en la calle. Por supuesto, vuelvo a recalcar la presencia de la Banda del Sol tras el paso de la Sentencia. Quizá de mis bandas favoritas del género, melodías clásicas, eternas, que nunca pasarán de moda.

El detalle. Quizá suene a tópico, pero no sería capaz de dejar la ciudad sin presenciar el embrujo y la personalidad propia de la Cofradía del Remedio de Ánimas. Puede estar uno tentado a pensar que el andar a ruedas resta belleza plástica, pero el conjunto que forman la línea artística de los pasos, las imágenes sagradas, los cantos del Miserere y la guinda de la nube de incienso han de ser difícilmente inigualables en el resto del territorio.

Sin embargo, en mi ciudad sale la Cofradía del Silencio. Una Hermandad que hace las cosas bien o muy bien durante todo el año, apostando fuertemente por la juventud, y que luego se nota en la calle. Complicado que me pierda su discurrir por el entorno del Teatro la Velada, que hace las delicias de todo fotógrafo.





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