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jueves, 21 de abril de 2016

El cáliz de Claudio: La Banda que rompe las estadísticas


Si hay dos asuntos que llamen la atención del cofrade por encima de todas las cosas son los capataces y las bandas. La afirmación no es gratuita y, por contra, bastante y fácilmente demostrable. Y, aunque habrá quien sostenga que este hecho es reprobable, no es menos cierto que da para otro análisis -extenso y a conciencia- distinto al de hoy.

En el de hoy nos centramos en Rosario de Cádiz. La formación musical de la Tacita ha hecho "saltar la banca" con el anuncio de que tocarán en Sevilla en 2017. Setenta aspirantes, ¿imaginan ese número para pedir sitio en una cuadrilla? En algunos casos se acerca, he ahí otra similitud del antedicho interés. Casi 140 músicos esta pasada Semana Santa y con los "huecos" que estime la dirección de la Banda, pues aquí no hay trabajaderas que auxilien con una cifra material e insalvable.

Si abrazáramos la demagogia como esa amante perversa, bien podríamos argumentar que esa explosión de interés se echa en falta a la hora de vestir una túnica. Nada más lejos de la realidad. Porque esta última es tozuda y no culpa por sí misma a quienes se declinan por sacar pasos o hacen de la pasión por un instrumento un modo de vida que, tal vez, se ha sabido canalizar mejor que el amor por valores como el sacrifico, la introspección o el anonimato. 

Miren a su alrededor, a la masa informe de la sociedad y entenderán que todo está relacionado. Lo de Rosario de Cádiz es un premio, un reconocimiento que, puestos a ponernos fantásticos, es la analogía de aquellos primeros héroes (sin olvidar en el caso de las bandas a las que previamente acudieron a Sevilla desde fuera) que se embarcaron en la aventura de la NBA.

Martín, Petrovic, Kukoc, Divac... Como alguien me dijo hace años ya, Sevilla para muchos es la NBA de las cofradías. Lástima que se hable de banalidad tan a la ligera con este problema de fondo que, aparte de evolución natural, esconde en su concepto unas dolencias difícilmente subsanables con un analgésico. 

Blas J. Muñoz 



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