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jueves, 12 de mayo de 2016

La Hermandad del Rocío de Córdoba atraviesa el Quema


Guillermo Rodríguez. Lentamente, con la cadencia propia de las cosas trascendentales, la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Córdoba va descontando la distancia que la separa de la Tierra prometida donde habita la más bellas de las flores, la Blanca Paloma, la Madre Dios.

Este jueves, hace apenas un par de horas, la Hermandad ha discurrido por uno de los puntos más emblemáticos del itinerario que la conduce hasta la reja donde descansan los sueños, el Quema, que ha atravesado por el puente de hormigón por el que lo suelen hacen los vehículos de tracción mecánica en lugar de hacerlo por el vado por el que tradicionalmente lo hace a consecuencia del insólito temporal que ha convertido en histórica una romería que está demostrando que El Rocío es autenticidad y fe, mucho más allá del culto a lo accesorio que aquellos medios de comunicación que desconocen y desprecian lo que no comprenden se han encargado de enfocar en las últimas décadas.

A partir de 2016, nadie podrá volver a decir que el Rocío es otra cosa que una manifestación de intensa religiosidad popular en la que lo único que importa es la Virgen. Quedan pocas horas para todas las hermandades se encuentren en el regazo protector de la Reina de Doñana, momento en el que ya no importará ni el agua, ni el barro, ni el frío, solamente estar junto a Ella para alimentar el alma con la verdadera esencia del Rocío.




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