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sábado, 14 de mayo de 2016

La taberna de Julio: El agua y la destitución de la estrella


Niño, tú sabes bien a las claras que uno no es precisamente rociero... que sería más fácil ver una madrugá en condiciones en Córdoba que encontrar al que te habla haciendo el camino. Pero hay que reconocer, niño, que los que este año han peregrinado para ver a la Blanca Paloma se merecen un enorme reconocimiento.


Y es que está claro, niño, que el temporal de agua ayuda a diferenciar a los devotos de verdad de los que no lo son. Pasa lo mismo en las hermandades de penitencia cuando, llegado el día de salida, el nazareno sabe perfectamente que la lluvia no va a dar tregua y, aún así, el hermano coge su hábito y se marcha al templo para estar donde tiene que estar.

¿Y de la destitución de Antonio Santiago? ¿Qué quieres que te diga? Pues que aquí nadie quita nada ni traiciona a nadie, niño... A fin de cuentas la junta de gobierno de la cofradía es quien quita y pone. Y el tiempo dirá si acierta o se equivoca. Tan fácil como eso.

A fin de cuentas, niño, esto no es para tanto. El problema es que se ha convertido a algunos capataces en protagonistas estelares de la película, cuando, a fin de cuentas, ese papel solamente debe estar reservado para nuestros Titulares. El resto, meros figurantes todos. Y digo todos.

Julio el Tabernero







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