Blas J. Muñoz. Los días se acumulan en miradas que siempre regresan, mientras la historia de las cofradías retorna jamás repetida. La mañana o el mediodía o la tarde retoman su pulso de siglos, pero esta vez a través de las redes que nos conectan con el mundo.
La imagen de Jesús del Calvario se vuelve contra los hombres para, desde su dulzura, interpelarlos a un mañana de azules y grises en San Lorenzo como una letanía atávica, desde la Vía Sacra donde las plegarias se hacen más fuertes, la noche es más noche y los días son más azules bajo la mirada eterna del Miércoles Santo.
El verano llama a la luz y al claroscuro de su Capilla. Los sones de La Salud vibran en la expectativa de la Catedral de miles de noches aguardando su llegada. El domingo es más domingo cuando nos sorprende en la red social su mirada en negro sobre blanco como la del Hombre que mira a los hombres.