Guillermo Rodríguez. Ha vuelto a suceder. El ayuntamiento de Córdoba ha vuelto a dar la espalda y a regalar su desprecio a la parte de ciudadanía que se considera católica, con el silencio previsible de los mismos que cuando otros gobernaban, se apresuraban iracundos a vociferar porque el fósil que se halla colgado de una pared del Santuario, o en su defecto alguna caricatura que lo represente, no aparecía en el cartel anunciador de una fiesta que, le duela a quien le duela, lleva el nombre de la Co-Patrona de Córdoba.
La procesión de la Virgen de la Fuensanta, que cuenta con un presupuesto aportado por el ayuntamiento que asciende a 15.000 €, que sale de los impuestos de todos, incluidos los menospreciados, no merece ni una miserable mención en el programa oficial de actos de la Velá (o lo que sea) que lleva su nombre, que también organiza el ayuntamiento de todos los cordobeses en comandita, según se desprende de las declaraciones de Alba Doblas, edil de Participación (de participación selectiva por lo que parece), en complicidad con la Junta Municipal de Distrito; “con los vecinos” ha manifestado Molina... se ve que no con todos.
A estas alturas, carece de sentido hablar de porcentajes, a fin de cuentas son quienes nos gobiernan los que se llenan la boca hablando de defensa de las minorías, de tal modo que aunque los cristianos representásemos un ínfimo porcentaje de población en la ciudad de San Rafael, cosa que no es cierta, mereceríamos el mismo respeto que reciben otros colectivos por parte del ayuntamiento que presuntamente nos representa a todos. Sin embargo es la ausencia y el desaire lo que recibimos una y otra vez por parte de quienes nos intentan atacar cada vez que tienen ocasión.
No podíamos esperar otra cosa desde luego. Han vuelto a perpetrar el mismo menosprecio a nuestras creencias y a la raíz misma de la fiesta que ya cometieron el año pasado. Si usted es cordobés y cristiano sepa que el ayuntamiento pasa de la Virgen y de la procesión. Hay sitio para sardinadas o huevadas, utilizando está u otra denominación más o menos chusquera, filopeñista o cordobita, y para un mercado de trueque, toda una declaración de intenciones anticapitalistas. Por descontado, no esperen relación alguna entre las sardinas y el pez que se representa a los pies del Arcángel San Rafael, la incultura no permite llegar a tanto, de modo que imaginamos que introducir esta costumbre tan cordobesa (todo el mundo sabe que las costas de la capital están llenitas de este sabroso pescado) tendrá mucho más que ver con Fuengirola que con el Custodio de la ciudad. Intentar encontrar alguna relación con los huevos se me antoja incluso más sencillo, pero me van a permitir que me calle mi opinión respecto de su inclusión en el programa y a la hora de acordarme de dónde se lo pueden meter.
Sin embargo, tal como hemos hecho desde este pequeño rincón de libertad en otras ocasiones, sí me voy a permitir enunciar la misma sugerencia que hicimos en ocasiones precedentes. Cambien el nombre a la fiesta, no se corten. Eliminen Fuensanta a la mayor brevedad posible, porque por más que quieran vendernos que es el barrio el que se llama así, el barrio tiene ese nombre por la Virgen y no al contrario. La Velá del Caimán sería el nombre perfecto para esta fiesta convertida en comunista y anticlerical, que hace décadas que dejó de ser de todos los cordobeses para convertirse en una ocasión más para que determinada orientación política realice sus sectarias reivindicaciones a costa de la defenestración de una celebración que se construye de espaldas a buena parte de los ciudadanos, la que no piensa como ellos.
Y una vez más vuelvo a reiterarme en lo defendido con anterioridad. Ya hemos cambiado la procesión al día 7, vaya usted a saber por qué. Cambiémosla de verdad, un traslado una o dos semanas para evitar la coincidencia con la fiesta de los amigos de las tamborradas, el ron cubano y la participación selectiva. Los cofrades vamos a acompañarla salga el 7, el 14 o el 21. Para este año ya no estamos a tiempo pero sí para el que viene. Si no quieren que la Fuensanta les moleste, maldita la falta que nos hace la coincidencia.