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viernes, 15 de julio de 2016

Enfoque: Matar, morir, sobrevivir...


Blas J. Muñoz. Cuando el impulso del primer esbozo de estas líneas me atrapó no pude evitar el recuerdo de aquella playa, del cuerpo yerto –por los pecados de Occidente y la barbarie de Oriente- de aquel niño, no de la injusticia infinita de una muerte así, sino de la ausencia de la misma, como si la metafísica –la que conoce principos absolutos, sin opuesto- hubiese cambiado el ser por el no ser.

Quizá, más allá del terror haya otro miedo aun más terrible y solapado. La costumbre de la imagen, la contemplación de la muerte como al ajeno, tan irreal como si se tratase de una película. La incapacidad para comprender que el mundo siempre mantuvo un entorno hostil, donde los mensajes genuinos son desoídos por que implican una verdadera transformación. Entender cúal es el escándalo cristiano, siento decirlo, no es un mensaje que suena más a pose en cualquier red social. Es asumir un mandato, una verdad revelada, un axioma dogmático que marca tu vida y lo asumes para transformar el mundo.

Es cierto que el cambio empieza por uno mismo y nadie va a venir a hacer lo que te corresponde. Es cierto que los ghestos sin acciones de poco sirven y que los actos exigen demasiadas ocasiones una valentía que ya no nos arrogamos. Y no se puede evitar el recuerdo de cada ataque a los católicos, de cada menosprecio, cuando el verdadero mérito se halla en propugnar una fe que no mata, que dialoga, que busca el entendimiento con el que se sitúa enfrente y que solo pretende mostrar en público estos valores.

Es sencillo sumarse al dolor con una frase. Se ha convertido en un protocolo peligroso decir que la Virgen llora, cuando ya lo hacía en Fátima y observa nuestro gesto hierático ante situaciones que nos deberían impulsar a la acción. El mundo sigue intacto… matar, morir, sobrevivir.

@BlasjmPriego

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