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domingo, 14 de agosto de 2016

Con la venia: La Semana Santa "no es eso"


En los últimos tiempos en entrevistas, reportajes, o simplemente en conversaciones de bares o sacristía, se acumulan como un mantra las sentencias que parecen salvarán a la Semana Santa de cualquier aviesa intención: “ Las procesiones son un activo para el turismo de nuestra ciudad”o la ya famosa y archisabida: “La Semana Santa tiene un peso económico en Andalucía incuestionable, por eso nadie la tocará”.

Sin embargo parafraseando al filosofo algunos exclamamos “No es esto, no es esto” Mucho nos tememos que encerrar actos de devoción popular con un sentido religioso secular; procesiones que son actos de penitencia, en los que el hombre, o la mujer, en el más absoluto anonimato se acerca a su Dios, con sus ruegos y sus rezos; una tradición que ha sido, se quiera ver o no, una de las singularidades culturales, y la manifestación más preclara de la idiosincrasia de un pueblo; en un catalogo para todo pelaje de turistas es bastardear y disminuir lo que es único.

No, el turismo y la economía no deben ser las coartadas esgrimidas para la supervivencia de unas celebraciones religiosas que están tan enraizadas en nuestro ser colectivo. Porque ello al final logra lo que debería evitarse por todos los medios, salir a la calle no se sabe muy bien para qué. Ir a la Catedral si, porque es nuestro derecho, porque allí está el primer templo de la diócesis, no porque la carrera oficial de las Tendillas se ha quedado muy fea para el señor Von Braun, nacido en Colonia, de religión luterana, aunque no practicante, y al que le gusta mucho el fino y las cosas de España.

El Penitente, el cofrade tiene el derecho a ocupar la calle una vez al año, para manifestar, como otros lo hacen por otras causas, su amor a Cristo Crucificado y Resucitado; y a proclamar que nada en la historia humana es comparable a ese hecho. Aunque nuestras cofradías estuvieran en la más absoluta pobreza, todos sus pasos fueran llevados a ruedas y como música sólo se oyeran oraciones, y eso no atrajese a nadie de fuera, tendríamos todo el derecho y el deber de seguir dando testimonio como cristianos.

El Valor de la Semana Santa no debe medirse en Euros o por su contribución a la economía local, eso es llevarla al mundo materialista el que debe huir como la peste, es jugar con las cartas marcadas de una lógica propia de los que odian el olor a incienso. Siempre puede haber otra cosa que de más dinero, que recaude más, que atraiga a más turistas, un turista no es un viajero es otra cosa. El valor de la Semana Santa lo da el amor a unos titulares, a un compromiso cristiano, y al seguimiento de una hermosa Tradición.

Gabriel Lozano




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