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domingo, 21 de agosto de 2016

De cerca con Enrique Garrido: "La Semana Santa de Córdoba está ahora cuajando"


Blas Jesús Muñoz. Desde las vísperas al Viernes Santo, Enrique Garrido dirige pasos en cinco hermandades. Su espectacular trayectoria a lo largo de la última década da cuenta, no sólo de su preparación, sino de que nos encontramos ante uno de los capataces que ya están determinando el presente y futuro del mundo del costal en Córdoba. Conversión, Universitaria, Lágrimas y Desamparo, Buena Muerte y Soledad determinan una labor sobre la que, en las siguientes líneas, reflexiona este cofrade que, desde muy pequeño ya sintió la llamada del costal.


Para quienes aun no conozcan a Enrique Garrido, ¿cómo se define?

Un enamorado de la Semana Santa. Involucrado en ella más de la mitad de mi vida y siempre muy cerca del mundo costalero. Con numerosos defectos pero una gran virtud, estar rodeado de gente muy capaz y con un profundo sentido de la amistad.

¿Cómo son sus inicios en cofradías?

Yo no pertenezco a una familia cofrade que me haya inculcado este mundo desde la infancia. Pero con unos diez años comenzó a llamarme poderosamente la atención la Semana Santa y las Cofradías. Aún recuerdo un relevo de las Angustias que presencié justo ante mí en la calle Cruz Conde, aquello me marcó significativamente. Aquellos hombres que entraban y salían me abrieron los ojos a lo que ocurría allí abajo. Desde entonces, comencé a dar la tabarra en casa para ser costalero, algo que no conseguí hasta los 15 años pero que me cambiaría la vida. Aquellos fueron los inicios, que siempre recuerdo con gran cariño y cierta añoranza.

Guarda una estrecha relación con la Hermandad de la Buena Muerte, de qué forma valora este aspecto.

Es mi casa, así de sencillo. Cierro los ojos y parece que estoy entrando de nuevo por primera vez a aquella vieja sala Capitular, con la alargada mesa donde se sentaban los oficiales, el esplendoroso patrimonio, o el olor que sólo tienen ciertos lugares, a añejo, a categoría. Allí he conocido a grandes amigos, a grandes cofrades, he pasado muy buenos momentos, y también malos, pero sobre todo me he sentido siempre querido. Estoy muy orgulloso de pertenecer a esta Cofradía, con todas las letras. Aquí, en esta pregunta, no puedo olvidarme de mi Hermandad Universitaria, a la que llegué en mi época de universitario, una de las más felices de mi vida. Me ha visto crecer en lo cofrade y en lo personal. Ambas Hermandades siempre han logrado que me sienta respaldado. 

¿Cómo llega a ser capataz?

Un cúmulo de circunstancias. En 2005 ingreso en el cuerpo de capataces de la Reina de los Mártires con Lorenzo de Juan, de quien era costalero en numerosas cuadrillas. Jamás pensé vestirme de negro, aquellos señores tenían para mí un aura especial, un cierto misticismo, y yo era costalero, nunca aspire a nada y quizá fue por eso mismo, por tenerles un respeto tan grande. No obstante cuando comienzo con De Juan soy bien recibido en la cuadrilla y en la Hermandad, que pronto comienza en fijarse en mí como posible capataz del Señor de la Buena Muerte. Coincide en el tiempo, finales de 2006, que es aprobada como Cofradía de penitencia la Hermandad Universitaria, de la que era hermano desde un par de años antes por estudiar en Filosofía y Letras. La Hermandad, siempre cuidadosa, quiso que Nuestra Señora de la Presentación saliese el mismo 2007, ofreciéndome hacerme cargo de una pequeña cuadrilla para portarla en andas. Eso fue en diciembre de 2006, y a comienzo de 2007, sólo unos días después, la Hermandad de la Buena Muerte por medio de su Hermano Mayor, Carlos Urbano, me ofrecía el paso del Señor. Ambas decisiones tuvieron el respaldo de Lorenzo de Juan, y desde entonces comenzamos a caminar en solitario. 

¿Quiénes han sido sus maestros?

Maestros como tal, diría que no he tenido. Puede parecer egocéntrico o desagradecido, pero con el tiempo uno alcanza a comprender que la relación maestro-discípulo, con lo que esta supone, no llegó a darse. No obstante hay dos fuentes de las que he bebido y a las que estaré siempre agradecido: Lorenzo de Juan Luque y Luis Miguel Carrión Huertas, Curro. Con el primero comencé, como costalero y como auxiliar. Con él fui descubriendo lo que eran las Cofradías, el costalero y la dureza de pasos leñeros. Con el segundo aprendí. Siempre acudí a sus igualás y ensayos sabiendo que en Córdoba si alguien tenía carisma y conocimientos era él. Quizá Curro no lo sepa, pero cada rato con él era una lección aprendida. Además, ha tenido un par de detalles conmigo por los que siempre le recordaré con cariño. A ambos siempre los he respetado y he intentado que así lo percibieran. 

De su labor al frente de diversas cuadrillas, qué destacaría de:

Conversión. La ilusión. En Conversión han sido todo alegrías. La única Hermandad de barrio que mandamos, una cuadrilla joven, con la que nos sentimos queridos y que siempre está dispuesta a aprender. Ir allí es saber que es ir a pasar un buen rato, mi reconocimiento a toda la gente del barrio. En cuanto a la Hermandad, nos ha dejado ver desde cerca el crecimiento de un sueño.

Universitaria. La costalería. Ser costalero de la Hermandad Universitaria no es fácil. Una Hermandad peculiar, muy exigente, con unos pasos muy complicados de trabajar y un recorrido de regreso muy duro. Todos los años tenemos bastantes bajas, pero estamos consiguiendo formar una cuadrilla de costaleros de las de antes, de no mirar tarjetas de relevos e ir a ser y sentirse costalero. Esta cuadrilla es uno de nuestros mayores orgullos. La Hermandad, pues ya lo lleva en el nombre. Cada rato que se está allí uno se lleva siempre algo nuevo, la sapiencia de los miembros de junta de gobierno y el nivel de cultos y formación es sensacional.

Lágrimas y Desamparo. Cantidad y calidad. Cuando llegamos a San Pedro percibimos que había cierto desánimo en la cuadrilla. Nuestro objetivo fue llevar costaleros, y tras esto crear cuadrilla, hacer piña, motivar al costalero. Nunca pensamos que la respuesta fuese la que ha sido. Los Miércoles Santos vividos han sido sensacionales, la gente que había abrieron los brazos, y los que han llegado han sabido impregnarse de ese espíritu único del malva y oro. Es un privilegio estar ante uno de los palios señeros de Córdoba. Por otro lado está la Hermandad; trabajar con Misericordia es saber que estás en un sitio de prestigio, y eso se siente. Somos unos privilegiados. 

Buena Muerte. La gente del Señor. La cuadrilla ha crecido mucho en estos años pero haciéndose poco a poco. Hoy por suerte contamos con una cuadrilla asentada y sobre todo, consciente de donde está. Pasa algo parecido a lo dicho en la Hermandad Universitaria, no es fácil ser costalero de un paso de Madrugá, en silencio y a la sombra del palio por antonomasia. Ellos lo saben, por ello todo nuestro respeto a la cuadrilla del Señor. A la Hermandad sólo estarle agradecida por la apuesta que hicieron con nosotros hace ya diez años. Estamos siempre a su servicio. 

Soledad. Una cuadrilla perfecta. Hay fallos, muchos, especialmente nuestros, pero la llegada a Soledad ha sido especial. La Hermandad nos ha hecho sentir desde el primer momento que estábamos en casa, y la identificación que nosotros tenemos con la Cofradía es muy alta, habida cuenta del poco tiempo que llevamos. Los costaleros que nos encontramos nos han facilitado todo el trabajo, han sido serios y responsables bajo el paso, y cercanos y cariñosos fuera de él. La gente que ha llegado ha sabido empaparse de ser “soleano” y de este modo, vivimos todos un Viernes Santo para el recuerdo. Muy orgullosos de haber llegado a Santiago. 

Hay una sensación acerca del auge del mundo del costal ¿Qué sensaciones tiene a este respecto?

Bueno, aquí difiero un poco con algunos de mis colegas. Vaya por delante que nuestra semana es dura, cuatro pasos de silencio, un palio solemne y sólo uno con música. Aún así no nos quejamos, tenemos gente, pero yo más que decir que hay un boom, diría que no hay escasez. La Semana Santa de Córdoba está ahora cuajando, en los setenta empezaron los cofrades a generar un modelo, y ahora estamos viviendo su florecimiento. Eso se aprecia en la calle, miremos como están para ver Cofradías. El ser costalero entra dentro de esa dinámica, hoy ya no está mal visto meterse bajo los pasos, ni tus familiares poco más o menos que tiemblan de temor porque te metas ahí abajo, pero tampoco tenemos 70 costaleros pidiendo trabajo en todas las Cofradías. Hay costaleros, pero hay que saber batirse el cobre: ser capataz demostrando cariño al costalero pero dejándole claro quién es el responsable. Cuando yo empecé de costalero hace 16 años ya había capataces que doblaban los pasos mientras otros les costaba un trabajo enorme ponerlos en la calle. Hoy, aquellos que entonces doblaban lo siguen haciendo y los que no, siguen igualmente pasándolo mal. El que tiene costaleros es porque lo trabaja, ese es mi pensamiento. Pero insisto, opinión de uno que manda casi todo de negro. 

¿Cuáles son los valores fundamentales que debe tener un costalero?

El amor por serlo: saber que va a servir, y no a servirse; el cariño por hacer bien las cosas; y eso que ya se va perdiendo en nuestra sociedad, ser honrado y con valores.

¿Y un capataz?

Responsabilidad ante todo. Saber que cuando le dices que sí a una Hermandad, esta te está dando lo más grande, sus imágenes. Además, saber ser cercano y tener autoridad, ambas cosas con tus costaleros. 

¿Qué falta y que sobra el "mundo de abajo"?

Le falta volver a la pureza de antes. De costaleros sencillos, compañeros entre sí, que miran más el trabajo que tienen por delante que la tarjeta de relevos. Yo eso lo rocé cuando empecé, saber que era más importante el con quién ibas a compartir trabajadera, que cuantas veces te ibas a salir. Le sobran los egos. Me supera la altanería de quien en algunas ocasiones ni ha echado a andar en esto.
Y en la Semana Santa...

El mundo del costalero es un reflejo de las Cofradías, y estas a su vez de la sociedad. Nos hemos aburguesado todos y ya no nos conformamos con ser parte de un todo, necesitamos que destaque el “yo”. A la Semana Santa le faltan personas entregadas por su hermandad por encima de todo, gente anónima que hace las cosas sin buscar recompensa alguna. Que las hay, pero son las menos. Le sobra el quítate tú para ponerme yo, tan frecuente. 

Durante este último ha habido muchos cambios en torno al llamador ¿Cuál es su opinión?

Que es ley de vida. Es una lástima siempre que un compañero es cesado, pero lo importante es ver si el cambio es para bien. Si no, más de lo mismo.

¿Le han ofrecido alguno que haya tenido que declinar?

Este año cumpliremos si Dios quiere diez años al frente de cuadrillas. Es mucho tiempo, y siempre hay gente que se interesa por el trabajo que haces. Sí ha habido algunas Hermandades con las que hemos llegado a sentarnos a hablar, pero que en unos casos por ellos y en otros por nosotros, no ha fructificado la cosa. En el cuerpo de capataces tenemos algo parecido a una norma de no hablar de estas Cofradías, por respeto a quien viene detrás y a las mismas juntas de gobierno que se han acordado de nosotros. En cualquier caso aprovecho estas líneas para una vez más, darles mil gracias. 

Si tuviera que destacar a algún capataz actual, ¿con cuál se quedaría?

Sería injusto nombrar a alguno y dejarme a otros en el tintero. Afortunadamente compartimos ciudad y época con grandes capataces, nuestro reconocimiento a todos ellos. 

¿Qué momento destacaría de "su" Semana Santa?

Para mí son dos. El primero, cuando termina el último ensayo de la última Cofradía. Es ahí cuando uno respira un poco y toma conciencia de lo que se ha hecho. Al final, la Semana Santa se pasa en un suspiro y si encima viene mal tiempo, apaga y vámonos. La briega y la lucha está en los ensayos, donde, al menos para mí, esta la Semana Santa de verdad. El segundo, cuando arriamos en la Iglesia el último paso que sacamos. Este año ha sido Soledad, y esa mirada que se cruza con los once que conforman el cuerpo de capataces no está pagada con nada. El deber cumplido y gracias a ellos. 

Un recuerdo...

Sábado Santo de 2013, el Señor de la Buena Muerte de día regresando de la Catedral a San Hipólito. 

Un reto

Que dentro de otros diez años nos sigamos tomando esto con tanta ilusión y responsabilidad como hasta ahora. 


Foto Antonio Poyato





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