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lunes, 29 de agosto de 2016

El Rincón de la Memoria: Las huellas más crueles de la historia


Esther Mª Ojeda. La historia, a veces tan cruel e incomprensible, ha ido dejando una huella imborrable en todos los ámbitos de nuestra sociedad. Una huella que tampoco pudo sortear el mundo cofrade y que lo sufrió con una multitud de sentidas desapariciones que de una forma u otra se intentaron recuperar, a veces con éxito y otras sin él y en las que los fieles se vieron en la tesitura de tener que llenar su vacío haciendo nuevos encargos que terminasen heredando esas antiquísimas devociones, resurgiendo de sus cenizas… nunca mejor dicho.

Es este el caso de la Virgen de las Angustias del municipio de Montoro. Una talla barroca de dulcísima expresión y autor desconocido en cuyos brazos yacía el cuerpo sin vida de su Hijo y cuya historia llegó a su fin en 1936, año en el que fue trasladada al patio de la Ermita de San Sebastián en el que fue quemada casi íntegramente, quedando de Ella tan solo una de sus manos.

Con las vicisitudes típicas de este negro período histórico, el pueblo de Montoro se vio abocado a la pérdida irremediable de una gran cantidad de enseres que formaban parte de su rico patrimonio artístico, pudiendo conservarse tan solo la saya de la Virgen de la Soledad, el manto de la Virgen de los Dolores donado por Diego Obrero así como el manto, pecherín y saya de la Virgen de las Angustias. Dicho manto también se creyó destruido junto con la imagen de la Virgen durante largo tiempo, hasta que se recuperó a finales del siglo XX aunque en avanzado estado de deterioro, ya que el terciopelo azul se había oscurecido hasta llegar a parecer negro. No obstante, el estudio al que fue sometido reveló que se trataba de una pieza de autor igualmente desconocido y realizada entre 1840 – 1850. Ese mismo estudio también sirvió para descubrir unas inscripciones que demostraban que el manto fue renovado en 1904 gracias a las donaciones recaudadas por el entonces Secretario de la Cofradía del Santo Entierro, Tomas Adán Salcedo amén de otros elementos, como una puntilla para el manto adquirida en 1926 y un manto bordado en 1903 por la Madre Mariana del Colegio de Jesús junto con las niñas del Colegio niñas Educandas.

Por otra parte, Añora también tuvo pérdidas que lamentar durante la Guerra Civil, con la antigua imagen de Santa Eufemia al igual que la Virgen de Veredas de Torrecampo, a la que pudimos ver pasear por nuestras calles en la Regina Mater y que, a pesar de no haber sido destruida – afortunadamente – muestra en su frente el tiro que le fue propinado en el año 1937.

Tampoco corrió suerte alguna la Virgen de la Alcantarilla de Belalcázar, siendo destruidas tanto la efigie bizantina como la moderna durante la Guerra Civil, sobreviviendo únicamente el Niño, del que se cuenta que fue encontrado en el río por un vecino de Monterrubio de la Serena y enlazando la historia con un encargo a Juan Martínez Cerrillo que pretendía suplir la ausencia dejada por la queridísima patrona.

También de Montoro era la Virgen del Rosario que junto con su retablo y otros antiguos y valiosos elementos artísticos quedó totalmente destruida, aunque la hermandad supo reponerse alcanzando auténticos momentos de esplendor tras la terrible Guerra Civil. Por desgracia, no se quedaron ahí los daños sufridos por las devociones y el patrimonio montoreño que aún tuvo que soportar por parte del bando republicano y que acabó con la Virgen de Gracia. Una imagen atribuida al círculo de Lorenzo Mercadante de Bretaña y realizada entre 1460 y 1470 que presidía la ermita de su mismo nombre, quedando ambas destruidas tras un convulso año de 1937.

La lista de imágenes desaparecidas durante aquellos años podría no acabar nunca, llegando incluso hasta nuestros días en los que, a pesar de los años y las circunstancias que los separan, nos siguen sorprendiendo noticias de robos como el que se produjo el pasado año en la Iglesia del Juramento de Córdoba, en el que fueron sustraídos la corona del Niño y de la Virgen del Pozo y cuyo intento se cobró la cabeza de la cotitular de la Hermandad de San Rafael. O, incluso la conmocionante noticia  - e impactante fotografía - del incendio que se produjo hace dos años en la capilla del Hospital San Sebastián de Palma del Río y que tan gravemente afectó a la talla de María Santísima de la Piedad de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y tras el que quedaban abiertas dos líneas de investigación: la de que el incendio resultase haber sido fortuito por la cercanía de la imagen con algunos cables o la de que fuese provocado ya que el patio por el que se podría haber accedido se encontraba abierto al público.





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