Suspira el querubín entre nubes de incienso blancas de pureza por quienes han sabido restar y dividir pero son incapaces de sumar y mucho menos de multiplicar ni panes ni peces y porque se aproxima la hora de la deuda y el caudal no goza de la abundancia precisa para convertir en río el arroyo.
Suspira por quienes olvidan que el cauce busca el mar desde hace años por el mismo lecho y se enojan cuando insinúan que su olvido es ignorancia y adoptan formas impropias y arrabaleras en foros donde las buenas maneras son mas aconsejables que las espantadas.
Suspira el ángel porque la historia se repite cuando la sequía convierte el torrente en lodo y se sorprende de que haya quienes pretendan convencer a extraños de sus empresas cuando ni los propios tienen la fe ni el empeño necesarios.
Joaquín de Sierra i Fabra