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jueves, 22 de septiembre de 2016

Con la venia: Un universo vasto


Que la Semana Santa y todo lo que conlleva, en cuanto al universo cofrade, es una realidad polimorfica y poliédrica a nadie le debería pasar desapercibido. Diríamos más, esa variedad consustancial al sentir de las personas, que se desarrolla en pueblos y ciudades con diferentes herencias históricas y culturales, es una riqueza que vindicar y preservar.

En los últimos años, quizás décadas, se ha tratado de uniformar algo tan precioso como es ésa vastedad en pos de la adecuación, cuando no fidelidad , a un canon sevillanista. Entiéndase bien que esto no tiene nada que ver con la pujanza de la forma en que la ciudad de la Giralda vive y manifiesta su amor y buen hacer por la Semana Grande. Quiérase o no Sevilla ha exportado al mundo su forma de vivir la Semana Santa, y la ha hecho reconocible a los ojos del más extraño de los mortales. Cuando con toda intención nos referimos al canon sevillanista queremos llamar la atención sobre esos otros, muchos cofrades de otras latitudes, que obnubilados por esa visibilidad, desprecian o minusvaloran otras manifestaciones incluso propias y seculares

Ese purismo mal entendido y seguidista con lo sevillano puede ser muy dañino y contraproducente cuando desgraciadamente entierra formas que cultural y religiosamente tienen un interés incuestionable, y que mientras permanecen vivas son el reflejo de un crisol de idiosincrasias. Entendemos que cualquier cofrade debe estimar y admirar como Sevilla llena de incienso sus calles, como sus cofradías manifiestan y dan realce a la devoción por Nuestro Padre del Cielo, y a Nuestra bendita Virgen María, como es una maravilla para los sentidos todo lo que rodea su Semana de Pasión, pero eso no es óbice para respetar y querer otras tradiciones que per se son y tienen que ser diferentes.

Otra cosa, y de eso hemos tenido últimamente constancia, es cuando por el prurito de salirse de ese canon se fuerzan formas impostadas, y que desde luego tiene mucho de pastiche. Es decir no es obligatorio llevar “capirucho” pero si se lleva otra cosa hay que hacerlo con dignidad y seriedad; y sobre todo mostrar al pueblo cofrade el sentido de “esos cambios”. Tradición y Cultura si; innovación sin un andamiaje precedente, y por salirse de lo “normal” no.

Si uno viaja por Andalucía, con sentimiento cofrade es ridículo sustraerse a los cuarteles y cuartelillos, a las mascaras de Alcalá La Real; a los rituales propios de Priego de Córdoba; los “abejorros” de cabra; las Bandas de Cabecera de Linares; los coliblancos y colinegros de Baena; “La trompeta saetera” de Jerez; El Sermón del Nazareno de Rota; “Los tres Portazos” de Puerto Real; las hogueras del Sacromonte de Granada; Los cánticos del Vía Crucis de Galera; y muchos otros, innumerables actos de una religiosidad popular en alza y que entre todos debemos conservar como un legado que las generaciones anteriores nos han regalado; y que en muchos casos les ha costado unas luchas y un esfuerzo impagables. Reducir, achicar ese universo cofrade, al que antes nos referíamos, a formas que son una parte del todo, sólo nos empobrecerá a todos. Y Desde aquí lanzamos una pregunta para la reflexión ¿Es bueno o malo, que tras el éxito de un artista de nuestro mundo, las dolorosas de numerosas ciudades o pueblos de las ocho provincias tengan rasgos parecidos, o vayan vestidas de igual estilo y similar manera? ¿Es riqueza o empobrecimiento? Piénsese.

Seguirá....


Gabriel Lozano

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