Guillermo Rodríguez. Sucede en ocasiones que una multiplicidad de elementos individuales, singulares, convierte en extraordinario un acontecimiento sin necesidad de mayor parafernalia que el afán por las cosas bien hechas. Así lo han entendido en la Hermandad del Socorro, cuya Junta de Gobierno se ha empeñado en dotar a la salida procesional de la Alcaldesa Perpetua de todos los cordobeses, de los avíos precisos para que su paso por las calles de Córdoba se convierta en el evento insustituible que cierra cada septiembre de la Córdoba Cofrade.
Fue la bula promulgada por el Papa Francisco convocando al jubileo de la Misericordia la qué motivo que la Corporación de la Corredera quisiera que su titular visitase la Santa Iglesia Catedral en la tarde de un impecable Domingo de Cofradías.
La presencia de la Agrupación Musical Sagrada Cena abriendo el cortejo y el maravilloso contrapunto de la Banda de Música de Nuestra Señora de la Estrella, cuyo avance imparable se evidencia en cada una de sus actuaciones, otorgó a la salida procesional de la Virgen del elemento musical justo y adecuado para convocar a la oración al paso de la Reina del Mercado.
También la presencia de San Rafael a hombros de una cuadrilla mixta rebosante de ilusión, colaboró para que la procesión se convirtiese en realmente extraordinaria, en especial, congregando a su paso a una multitud que en ningún momento dejo sola a la Virgen del Socorro. Especialmente emotivo fue el paso de la Virgen por las calles Magistral González Francés y Cardenal González dentro de un itinerario íntimo que hizo las delicias de los miles de cofrades que se congregaron a las plantas de María Santísima.
Cuando la Virgen regresó a su templo, una sensación inundó el espíritu colectivo de quienes rodeaban su Ribera. El convencimiento de haber sido testigos de la presencia de la Madre de Dios derramando su esencia por las calles de la ciudad de San Rafael, constatando que cuando las tradiciones más arraigadas se sazonan con los aderezos precisos, el resultado es una auténtica manifestación de fe con un inconfundible sabor a cofradía. Un sendero por el que deberán profundizar los dirigentes de la Hermandad socorrera para satisfacción de sus hermanos y de todo el pueblo cofrade.
Fotos Incienso y Olivo
Fue la bula promulgada por el Papa Francisco convocando al jubileo de la Misericordia la qué motivo que la Corporación de la Corredera quisiera que su titular visitase la Santa Iglesia Catedral en la tarde de un impecable Domingo de Cofradías.
La presencia de la Agrupación Musical Sagrada Cena abriendo el cortejo y el maravilloso contrapunto de la Banda de Música de Nuestra Señora de la Estrella, cuyo avance imparable se evidencia en cada una de sus actuaciones, otorgó a la salida procesional de la Virgen del elemento musical justo y adecuado para convocar a la oración al paso de la Reina del Mercado.
También la presencia de San Rafael a hombros de una cuadrilla mixta rebosante de ilusión, colaboró para que la procesión se convirtiese en realmente extraordinaria, en especial, congregando a su paso a una multitud que en ningún momento dejo sola a la Virgen del Socorro. Especialmente emotivo fue el paso de la Virgen por las calles Magistral González Francés y Cardenal González dentro de un itinerario íntimo que hizo las delicias de los miles de cofrades que se congregaron a las plantas de María Santísima.
Cuando la Virgen regresó a su templo, una sensación inundó el espíritu colectivo de quienes rodeaban su Ribera. El convencimiento de haber sido testigos de la presencia de la Madre de Dios derramando su esencia por las calles de la ciudad de San Rafael, constatando que cuando las tradiciones más arraigadas se sazonan con los aderezos precisos, el resultado es una auténtica manifestación de fe con un inconfundible sabor a cofradía. Un sendero por el que deberán profundizar los dirigentes de la Hermandad socorrera para satisfacción de sus hermanos y de todo el pueblo cofrade.
Fotos Incienso y Olivo