Lo habéis adivinado por el título, hoy vengo a hablar del proceso de enseñanza-aprendizaje. Pero no se asusten, no vengo a hablar de la escuela pública, a pesar de la mala situación que están pasando muchos de mis compañeros.
Vengo a explicarles o, por lo menos, a intentarlo, como en las hermandades también se aprende.
Los que hemos tenido la gran suerte de crecer dentro de una Hermandad hemos aprendido el Padrenuestro, el Credo o la Salve a nuestra Titular casi a la vez de aprender a hablar. Hemos aprendido a compartir los buenos y malos momentos. A llamar a ese amigo si tienes una duda o sólo quieres escuchar su voz.
Hemos aprendido mucho más que en clases de Religión de la escuela convencional o en la Catequisis. Hemos aprendido a querer a una Madre que nunca falla.
También hemos ido aprendiendo, que no copiando, el protocolo a seguir en los actos litúrgicos. Cosa de la que me alegro muchísimo. Este es el caso por el que hoy me he decidido a escribir sobre esto, pues no sabéis la satisfacción que me llevé el pasado 8 de septiembre en el pueblo de Villa del Río cuando vi a todas las mujeres que acompañaban a la Patrona con mantilla negra (antes iban muchas con mantilla blanca). Todo ello se debe a la asistencia de la Hermandad al Regina Mater, donde se exigía el protocolo correcto.
La Hermandad de la Estrella de Villa del Río ha aprendido, aunque faltan elementos por pulir (el vestido de las mantillas-de color, liso no estampado y por supuesto, nada de tirantes). Sin embargo, va por buen camino.
Debemos de seguir dejándonos enseñar y estar receptivos para aprender. No importa peguntar si algo no se sabe. No se trata de copiar porque sí, sino de aprender el porqué de las cosas.
Quien no aprende es porque no quiere.
Raquel Medina