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lunes, 31 de octubre de 2016

Dos cuentas de mi Rosario


Marcos Fernán Caballero. Recuerdo perfectamente lo desapacible que se presentó aquella tarde. Sin embargo, y a pesar de que los cofrades nos solemos pasar, así a lo tonto, entre unas cosas y otras, meses y meses pendientes del tiempo, la climatología aquel día iba a ser lo de menos. Esa tarde tenía la magia y el ambiente de las grandes jornadas que una Hermandad y Cofradía –Corporación ésta que fue la primera en aunar estos dos conceptos en esta ciudad- sabe que va a ser capaz de gestar. Se presentía. Y, efectivamente, porque no podía ser de otra manera, nada de lo que aconteció aquel 31 de octubre de 1993 dejó a nadie decepcionado. El Patio de los Naranjos era un auténtico hervidero de gente. No hay exageración: no cabía un alma. Las calles anexas a la Catedral estaban, igualmente, repletas de personas. 

Qué rápido pasa el tiempo conforme se van cumpliendo años… Hoy, 23 años después de aquel 31 de octubre de 1993 en que el Obispo de Córdoba, el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. José Antonio Infantes Florido (a quien Dios tiene en Su gloria) coronase canónicamente a Ntra. Sra. del Rosario en Sus Misterios Dolorosos, permanece aún indeleble el recuerdo de un acontecimiento único para su Hermandad y, por extensión, para el mundo cofrade de Córdoba.

Nuestra Señora del Rosario fue la primera Virgen de nuestra ciudad en ser coronada en la Santa Iglesia Catedral, donde, desde entonces, todas las imágenes marianas lo han hecho –a excepción de María Auxiliadora-. Y no es de extrañar: Expiración ha sido pionera en tantas y tantas cosas (y tantas que muchos, no sé por qué, se empeñan en no reconocer). Frente a la multitudinaria celebración de aquella jornada histórica, hoy se ha cruzado en mi memoria, no me pregunten por qué, el recuerdo de su coronación con el día en que se cumplieron veinte años de aquella jornada. Aquel 31 de octubre, la Hermandad de la Expiración presentó un Besamanos de exquisito gusto a Ella, la Joya Coronada de San Pablo, en la preciosa intimidad de Su capilla.

Los rayos de sol, atravesando las geometrías de las ventanas, hicieron posible observar la acertada restauración que la Hermandad del Viernes Santo, había realizado en las yeserías y en las pinturas de los evangelistas de su capilla neomudéjar, dando a la escena un esplendor absoluto.

Vestida exactamente tal cual lo estaba el día en que por primera vez se posó sobre Sus benditas sienes la espectacular corona que el fantástico orfebre Francisco Díaz Roncero ejecutara -con las aportaciones que Sus devotos hicieron posible- haciendo gala de una maestría sin par, Nuestra Señora del Rosario nos llevó en aquellas dos jornadas de Besamanos veinte años atrás. A los pies de la cruz del Santísimo Cristo de la Expiración, la Virgen del Rosario se presentó como siempre espectacular, como siempre elegante y, como siempre, íntima en un gesto de dolor recogido y hermoso. Toda una llamada a la interiorización sobre el drama del Calvario. 

Enhorabuena desde aquí a todos los que hicieron y hacen posible que la Cofradía de San Pablo lata con la fuerza que lo hace contra viento y marea. Felicidades, igualmente, a los que desde siempre han querido dedicar –y a los que aún dedican- su tiempo y sus desvelos a esta Hermandad de silencio a la que Córdoba tanto debe.





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