Eva Martín. Hay un sueño que comparte un barrio entero, una ilusión que late en el fondo de miles de corazones, un deseo que habita en el espíritu colectivo de una hermandad joven, que camina con paso poderoso hacia el futuro, un anhelo del que forma parte toda la Córdoba cofrade.
Cada año, Ella sale a la calle para visitar a sus vecinos, para repartir su infinito consuelo entre quienes más lo necesitan, para sanar las almas cansadas por las vicisitudes de la lucha cotidiana. Ella, humilde entre las humildes, conoce más que nadie la crudeza de este mundo cobarde que nos ha tocado vivir, que nos ha tocado penar, que nos ha tocado sufrir... Por eso es capaz de empatizar como nadie con el sentimiento más profundo de todos y cada uno de quienes buscan su mirada para encontrar en el infinito de sus pupilas la Salud eterna y la calma en la tempestad.
Ahora que sus hijos arrancan hojas en el calendario soñando con el día en que bajo palio se repita la visita, ahora que el sueño parece rozarse con la punta de los dedos, ahora que se multiplican las gotas de fe verdadera que configuran el océano de su orilla, ahora que vienes a visitarnos a hombros de quiénes rezan tras tu hijo cada Martes Santo al compás de un pentagrama, permíteme susurrarte bajito que mi alma siempre estará contigo, eternamente contigo, para reconfortarme con tu Salud.
