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jueves, 13 de octubre de 2016

El seise que llegó a ser santo


Juan Gravina Ponce. El próximo domingo el Papa Francisco canonizará en Roma a Manuel González. Nacido en Sevilla en 1877, el niño seise encontró su vocación sacerdotal muy joven, al punto que en  1901 fue ordenado sacerdote por el Cardenal Spínola.

En 1916 llegó ya a Málaga como Obispo auxiliar de la diócesis. Allí fundó los Sacerdotes Misioneros Eucarísticos en 1918 y tan solamente dos años después llegó su nombramiento como Obispo de Málaga y, recién llegado al cargo, se animó a emprender la construcción del nuevo seminario de la ciudad. Esta obra estará muy presente en su subida a los altares y es que el Obispado de Málaga enviará a 26 seminaristas malagueños a la celebración presidida por el Papa. Dicha representación estará encabezada, como no podía ser de otro modo, por el Obispo Monseñor Don Jesús Catalá con un nutrido grupo de sacerdotes.

El ánimo emprendedor en su labor pastoral continuó en 1921 con la fundación de la congregación religiosa de Misioneras Eucarísticas de Nazaret. Miembro de la Adoración Nocturna de Málaga. Durante sus años al frente del Obispado malagueño estos grupos de oración tuvieron un gran crecimiento.

En 1931, con la proclamación de la II República, don Manuel González tuvo que huir de Málaga. La quema del palacio episcopal en dicho año, pusieron en alerta al Obispo por miedo a morir y a las represalias contra quienes lo protegían de la II República, motivó su desplazamiento a Gibraltar primero y, posteriormente, a Madrid. Y es que la quema de conventos que comenzó en Madrid el 11 de mayo de 1931 tendría gravísimas repercusiones en Málaga. No en vano se atacaron hasta cuarenta edificios entre conventos, iglesias, colegios religiosos o el almacén de alimentos de la familia Kreisel en la calle Don Íñigo. Tal situación llevó a la declaración del estado de guerra el día 12 por la mañana, aunque se siguieron produciendo episodios violentos. Imágenes de escultores como Pedro de Mena o la escuela malagueña del siglo XVIII, cuadros de Alonso Cano, documentos (registros de bautizos, bodas y fallecimientos), elementos litúrgicos y los propios inmuebles (las iglesias de la Merced y la Aurora María desaparecieron para siempre) fueron pasto de las llamas de la intolerancia. 

En 1935 pasó a la Diócesis de Palencia en 1935, donde pondría en marcha la «Juventud Eucarística Reparadora» en 1939. Aunque falleció en el Sanatorio del Rosario, en Madrid, el 4 de enero de 1940 sus restos mortales descansan en la Catedral de Palencia junto al Sagrario.

La devoción por el santo andaluz se propagó y se le atribuyen dos milagros reconocidos. El párroco de Requena del Campo (Palencia) Francisco Teresa entregó en diciembre de 1953 una reliquia y una novena a Sara Ruiz, una joven que padecía una gravísima peritonitis tuberculosa. La curación hizo que San Juan Pablo II lo beatificara el 29 de abril de 2001.

En 2008 el reconocimiento de un segundo milagro le abrió las puertas de la santidad al serle atribuida una curación inexplicable. En esa ocasión se trató de María del Carmen Varela, una señora de Madrid que sufría un linfoma agresivo. El padre Francisco Teresa, entregó al marido de la enferma una novena y una reliquia para encomendarse al beato. Tras la sanación de la enferma, el Vaticano atribuyó a este sevillano la realización de este milagro.

El apóstol andaluz Don Manuel González y su vida consagrada a la devoción por Jesús Sacramentado están ya camino de los altares.





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