Suspira el querubín por espíritus inquietos, perfeccionistas y emprendedores que soñaron modernos tiempos de pasión impulsados por el potente verbo de Asís.
Suspiros alados por un racheo angelical que misericordioso desagravió al crucificado testigo de los tiempos al llevar hasta el calvario a la Madre y al discípulo, recordando impresionados cómo el peso del Gólgota se elevaba a pulso camino de las Dueñas.
Suspira el ángel contrariado al escuchar acordes musicales para el gran soberano andaluz o bien cerca de un oratorio, preguntándose por qué los grandes talentos y las manos más trabajadoras eluden llevar las riendas del carro.
Joaquín de la Sierra i Fabra