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martes, 18 de octubre de 2016

La eterna apuesta por el clasicismo de la Macarena


Carlos Gómez. Que la Hermandad de la Macarena a través de su equipo de priostía apuesta por las líneas clásicas al configurar los altares efímeros en los que rinde culto a sus imágenes titulares es una evidencia que se constata con cada nueva celebración. 

Así pudimos comprobar lo hace tan sólo unos días con motivo del altar extraordinario con el que se celebraba el 50 aniversario de la basílica Macarena en el que quedaban dispuestos Nuestro Padre Jesús de la Sentencia Nuestra Señora de la Esperanza y la Virgen del Rosario.

Ahora, con la llegada del Triduo que la Corporación de San Gil consagrar en honor de Nuestra Señora del Rosario, los priostes de la Hermandad vuelven a apostar por un inequívoco clasicismo. De este modo, tal y como perfectamente explica la información oficial de la Hermandad, Nuestra Señora del Santo Rosario, que se halla dispuesta en el presbiterio del altar mayor de la Basílica, se alza sobre una estructura piramidal revestida por los primitivos frentes dorados que se utilizaron en la década de los años 50 en el altar portátil de la Virgen de la Esperanza, instalado en su recién terminada Basílica mientras se ejecutaba el gran retablo de Juan Pérez Calvo. 

La ornamentación floral está compuesta por orquídeas, lissianthus, liliums y puntas de nardos blancos, mientras el plan de altar integrado por más de 60 cirios, crece progresivamente en altura, culminando en el bello rostro de María. Nuestra Señora del Santo Rosario luce su manto de tisú celeste y el juego de ráfagas de plata de ley de Emilio García Armenta.



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