LO ÚLTIMO

martes, 29 de noviembre de 2016

El Cirineo: El robo a mano armada del Ayuntamiento de Almonte


Viene ocurriendo en los últimos tiempos. La izquierda más arcaica y recalcitrante, amparada en caducos planteamientos sociopolíticos importados directamente del siglo XIX ha tomado la determinación de atizar a todo lo que huele a incienso, como al muñeco del pim pam pum, para arengar a sus masas y tenerlas unidas frente a un adversario común. Ha sucedido desde que los "gobiernos del cambio" accedieron al poder en muchas de las alcaldías de toda España, vía "contubernio pseudodemocrático de suma de minorías". Primero amenazaron con reducir o eliminar las subvenciones, luego con imponer tasas a cobrar a las cofradías que osaran "atentar contra la tranquilidad de la ciudadanía" atreviéndose a poner sus cortejos en la calle y luego elevando el "impuesto revolucionario" que han de pagar los cofrades por llenar de "dineros" las calles de las ciudades de todo "el Estado" para poder sentar sus reales para disfrutar del espectáculo que tantos beneficios reporta para todos. Nada que ver con ideologías ni con gaitas, sino con pasta, que a fin de cuentas es lo que "realmente importa".

Ahora le ha tocado el turno de la payasada mediática al Ayuntamiento de Almonte, que se note que los anti-rocieros no son menos que los anti-cofrades, gobernado por el PSOE con la inestimable colaboración de IU + Podemos, esa desigual coalición –pez grande se come a pez chico- que antes era dos partidos, cuyo líder es incapaz de guardar un minuto de silencio ante la muerte de una senadora y en cambio se cuadra, puño en alto, ante el cadáver de un asesino. Resulta que los anticlericales han descubierto una nueva forma de financiar su desorbitado amor por el gasto público atracando a mano armada a los rocieros que año tras año se convierten en fuente casi inagotable de riqueza para todo el pueblo de Almonte, gracias a la Romería más universal y multitudinaria del mundo, sólo comparable en lo que a masa humana desplazada se refiere, con las peregrinaciones a la Meca a las que ya les digo que estos sujetos jamás tendrían lo que hay que tener para meterle mano.

Resulta que el Pleno municipal de Almonte reunido el pasado 10 de octubre, aprobó a propuesta del equipo de gobierno socialista y con los votos a favor de Izquierda Unida y Podemos –tanto monta, monta tanto- la modificación de la ordenanza que regula “la tasa por puestos, barracas, casetas de venta, espectáculos o atracciones situadas en terreno de uso público”. La ordenanza prevé un incremento del 135% de la tasa por la ocupación de terrenos por las Hermandades del Rocío durante la Romería de Pentecostés. Hagan cálculos, si antes una hermandad pagaba 10000 euros, ahora debería pagar la friolera de 23500… multipliquen; un negocio redondo y un excepcional modo de financiar ocurrencias de todo tipo; recordemos la última mamarrachada del Kichi en Cádiz para que las desempleadas ocupen “su tiempo libre”. Durante el debate solamente el Partido Popular se mostró en contra de la iniciativa esgrimiendo algo tan contundente como el esfuerzo que realizan las hermandades y asociaciones que peregrinan a la aldea, que “ya es bastante y no es lógico ponerles más trabas”. Al parecer, el portavoz socialista replicó afirmando que “es discutible que las hermandades paguen lo suficiente”. Ya sabemos que para algunos, determinados sectores de la población nunca pagan lo suficiente.

La Hermandad Matriz de Almonte, que hasta el momento ha mostrado en este asunto una postura conciliadora pese a asegurar que ha recibido la queja de numerosas hermandades filiales, ha precisado que se trata de una medida que va “en perjuicio de las hermandades, de la Romería y del todo el pueblo de Almonte”, añadiendo que espera que el ayuntamiento “recapacite y dé marcha atrás”. Cabe recordar que, curiosamente, con esta medida, las hermandades más perjudicadas serían precisamente aquellas que disponen de menos medios en la Aldea, menos recursos, al no tener casa hermandad; las más humildes, vaya.

No es la primera vez que un ayuntamiento de determinada cuerda política, intenta meter la mano en el bolsillo de los rocieros. El consistorio de Aznalcázar ya tuvo que recular en su pretensión de gravar el paso de las hermandades por su término municipal (recordemos que en el mismo de halla un lugar tan emblemático como el paso por el Vado del Quema), tras una enorme polvareda derivada. En este caso la reacción de muchas hermandades no se ha hecho esperar. Por ejemplo el hermano mayor de la filial de Villamanriquel más antigua de las que peregrina a la Aldea, ha asegurado que la medida es un “atraco a mano armada”.

Y todo esto ocurre porque generalmente, quienes nos desenvolvemos en este universo en el que huele permanentemente a incienso, no solemos quejarnos con hechos, más allá de pataleos como este, que rara vez se materializan en actos. Sin embargo me atrevo a advertir a todos estos advenedizos que en los últimos tiempos han descubierto una forma excelente de sacar rédito político a costa de atacar a terceros, que se anden con ojo, que las hermandades rocieras no son como las demás. El universo rociero ha demostrado a lo largo de la historia que sentarse en un banco a sufrir el expolio y el ataque de quienes lo odian no va con él. Que se lo pregunten al propio ayuntamiento de Aznalcázar o a los dirigentes municipales del pueblo de Almonte que en la II República, sufrieron la ira rociera cuando se atrevieron a "expulsar" al cuadro de la Virgen del Rocío que presidía el salón de plenos. El alcalde tuvo que salir literalmente por patas del pueblo.

Sin llegar a estos extremos, tal vez haya llegado el momento de volver a hacer algo. Una protesta pública que se traduzca en que estos miserables personajillos no vean un duro. Hay quien ha propuesto que el año que viene, en señal de protesta, no se acuda a la Aldea salvo para asistir a los actos de culto. No sé si será factible para grandes masas, pero yo lo hago año tras año y me va muy muy bien. Quizá haya que tener la cabeza más fría y obrar como suele hacer la Matriz de Almonte. Negociar para conseguir lo más justo. Cualquier cosa excepto guardar silencio mientras intentar perjudicar una tradición de siglos, un patrimonio de todos, una fuente de recursos casi infinita para toda esa ciudadanía que algunos dicen representar y una herencia de todo un pueblo, que incluso trasciende al hecho religioso por más que muchos sean incapaces de comprenderlo.


Guillermo Rodríguez





Hoy en GdP