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lunes, 14 de noviembre de 2016

En tus ojos sigo encerrada, mis pupilas tropiezan en ti


Julia Nieto. En tu mirada me pierdo Madre, pero no perderme de querer buscar la salida, sino perderme de no querer encontrarme, pues al mirarte entiendo muchas cosas, Reina Mía, como la razón de que Dios te quisiera como Madre. En tus ojos sigo encerrada, mis pupilas tropiezan en ti, y es que en ellos contemplo que es lo que te hace sufrir.

En tu retina está grabada una imagen que a quien la observa, hiela el corazón: tu hijo en una cruz tendido y a sus pies rendidos, su apóstol favorito y tú. Ensimismada sigo mirándote, mi mirada te busca una y otra vez más y es entonces cuando me doy cuenta, que has empezado a llorar.

Y es así que me fijo en el resto de tu imagen, tu luto, tus encajes e incluso en tu puñal, ¿Cómo es que no me había dado cuenta antes, que en Noviembre estamos ya?

Que tu llanto es por tu hijo que hoy muere, que tus penas son aquellas que hoy no se irán, pues el mismo Dios en una Cruz tiene los brazos extendidos, para indicarle a mi alma que por mí, es ahí donde debe estar.

Concepción, Reina Bonita, normal es que Dios del pecado original te ansiara preservar, si eres la Madre más bella, pura y buena que al mundo, tu hijo quiso dar. Guíame en mi camino, llévame en tu caminar, y recuérdame que en este mes, más que nunca, por los difuntos debo orar.

Fotos Antonio Poyato











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