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domingo, 20 de noviembre de 2016

La Esperanza de Triana: 400 años de historia


Esther Mª Ojeda. La hispalense y celebérrima Hermandad de la Esperanza de Triana vivió ayer una jornada tan especial como anunciada debido a la celebración del Triduo Extraordinario previsto con motivo del IV Centenario de la Fusión de sus respectivas cofradías: la del Santísimo Cristo de las Tres Caídas y Nuestra Señora de la Esperanza.

Ante la perspectiva de ese acto que tomaba como escenario la Real Parroquia de Señora Santa Ana, todas las miras estaban puestas en el traslado de ambos titulares que comenzaba a las 18.30 horas para atravesar las calles de Triana, no solo durante el día de hoy sino también en el de regreso hacia su popular Capilla de los Marineros – que será el próximo domingo 27 de noviembre – una vez finalizados los cultos en la que es su sede canónica.

Con estas emotivas y significativas jornadas, la hermandad de la Madrugá sevillana celebra ni más ni menos que 400 años de historia. Antes de ese momento, la Hermandad de la Esperanza – fundada en 1418 – recorría su propio camino, establecida en la ya mencionada Parroquia de Santa Ana hasta que, en 1542 se fusionó con la cofradía de San Juan Evangelista. 

Con incontables anécdotas que fueron sucediéndose durante largos años y también con los numerosos indicios que convertían a la Hermandad de la Esperanza en la más antigua de Triana, la historia nos lleva hasta 1608, año en que se funda la Hermandad de la Exaltación a las Tres Caídas de Nuestro Señor Jesucristo en el Convento de Nuestra Señora de la Salud de las Monjas Mínimas de Triana y que, posteriormente, pasó a denominarse como la Hermandad de las Tres Caídas que dio Cristo Nuestro Señor y Nuestra Señora de los Dolores.

Sin embargo, lo que habían comenzado siendo dos historias de vidas independientes se convirtieron en una sola tras el traslado de Tres Caídas en 1616 al hospital del Espíritu Santo, donde ya residía la Hermandad de la Esperanza propiciando el provisor Gonzalo del Campo instase a ambas a fusionarse definitivamente. Un hecho histórico que favoreció sin duda a que la corporación llegase a un siglo XVII caracterizado por un auge y esplendor incuestionable.

Así, las corporaciones ahora unidas iniciaban una andadura común que, aun con las crisis que hubieron de afrontar – como los traslados a distintas sedes tras el terremoto de Lisboa en 1755, el dificultoso camino a través del Puente de Barcas para realizar su primera estación de penitencia en la Catedral, reorganizaciones e incluso incendios – fue potenciándose con el tiempo, contando con el fervor y el apoyo de los fieles que fueron aumentando considerablemente en número a raíz de las cuantiosas vicisitudes y polémicas, las cuales sirvieron para renovar la fe del pueblo hacia los Sagrados Titulares.

En una fecha tan señalada como la de hoy en la que se pone de manifiesto tan extensa y destacable trayectoria, es lógico que afloren los recuerdos y con ellos los distintos documentos gráficos que a menudo nos trasladan al pasado que tan remoto y emocionante nos resulta hoy en día. Un ejemplo perfecto es la fotografía que hace unas horas compartía Andrea Díaz Fernández en su cuenta de Twitter (@AdferFotografia) – posiblemente realizada en torno a la década de los 20 – y que encabeza el presente artículo. En ella podemos ver al Señor de las Tres Caídas sobre su antiguo paso, el cual perteneció a la cofradía hasta 1972, fecha tras la que pasó a engrosar el patrimonio de la Hermandad de la Vera-Cruz de Utrera. Sobre él, el Señor aparece ataviado con la túnica de Rodríguez Ojeda y portando la famosa cruz cuadrada, carga que compartía con su entonces Cirineo. La antigua talla había llegado años ha a San Jacinto, procedente de la Capilla de los Marineros y procesionó junto al Señor hasta que en 1939 fuese sustituido por el actual, tallado por Castillo Lastrucci. Tal y como muestra la imagen, el primitivo Simón de Cirené solía lucir bordados que se extendían hasta la capucha que cubría su cabellera.

Por otra parte, al fondo de la fotografía y entre una ingente multitud se dibuja el antiguo palio de la Esperanza de Triana, bajo el que la Santísima Virgen procesionó hasta 1950 y caracterizado por la total ausencia de candelabros de cola. Dicha pieza fue realizada en 1918, con diseño regionalista e influencia renacentista, en terciopelo morado y tisú en tonos dorados, una obra de arte que tras haber cumplido un período en la corporación de Triana pasó a pertenecer a la hermandad ceutí de Los Remedios.


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