Esther Mª Ojeda. La conservación de distintos documentos como el del antiguo y famoso NO-DO – así como su presencia en los distintos e infinitos medios que ofrece internet hoy en día – nos ofrece la posibilidad de dar un nuevo paseo por la historia de la Semana Santa cordobesa, retrocediendo unas cuantas décadas y poniéndonos en bandeja unas comparaciones del todo inevitables que, a su vez, nos hace ser un poco más conscientes del enorme progreso que nuestras hermandades han ido experimentando.
Corría el año 1976 y el desaparecido noticiario encontraba su punto de partida en la Iglesia Conventual de San José, mostrando por consiguiente la salida de Nuestro Padre Jesús Caído y Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad, que seguidos por sus incondicionales devotos descendían la Cuesta de San Cayetano sobre unos pasos que aún iban a ruedas.
De la tarde del Jueves Santo a la noche del Lunes, evocando el misticismo más profundo y la incuestionable esencia cordobesa que se desprende de la Hermandad del Remedio de Ánimas. En aquel NO-DO de los 70 parecía también imposible presentar al Santísimo Cristo de una forma que no fuese con las palabras “silencio”, “oscuridad” y “estrellas”, describiendo con acierto tanto el estilo como la escena con la que aún hoy la corporación de San Lorenzo sigue recorriendo las calles de la ciudad.
De nuevo en la noche del Jueves Santo, el Santísimo Cristo de Gracia aparece deslizándose sobre su paso antiguo – pues el actual, gótico y realizado por Miguel Arjona, fue estrenado en 1985 – que pasaba ya junto a la Iglesia de San Pablo. Una escena curiosa atendiendo asimismo a detalles como el del sudario rojo con bordados en oro y diseños vegetales que el colosal crucificado lucía en aquel año de 1976, así como la posición de los brazos de la Magdalena, todavía extendidos en plegaria hacia el querido Esparraguero.
Avanzada la noche, hacía también su aparición frente a San Pablo el Santísimo Cristo de la Buena Muerte regalándolos una estampa inusual en los últimos años. Portado por una cuadrilla de costaleros profesionales, el crucificado de San Hipólito se alzaba sobre su paso en caoba con su habitual sencillez y elegancia, luciendo los característicos hachones que tantas veces se han alternado con los faroles. Siguiendo sus pasos, entraba en escena la Reina de los Mártires bajo su inigualable palio que, en aquel entonces y de forma especialmente llamativa, se mecía enérgicamente.
No podía faltar en aquel NO-DO del 76 la imagen del Puente Romano que en ese momento tomaba la cofradía del Descendimiento, precedido por unas filas de nazarenos que todavía llevaban los cirios apoyados en la cintura. El Santísimo Cristo del Descendimiento aunque ya sobre su paso actual – profundamente reformado a lo largo de la década de los 90 – contaba en su paso con el misterio que realizase Amadeo Ruiz Olmos, eso sí, con las segundas tallas de los Santos Varones que el mismo imaginero debió realizar para la hermandad del Campo de la Verdad tras el veto de las imágenes primitivas en 1956.
De nuevo con el fondo que ofrecen las columnas del pórtico de San Pablo, se dejaban ver los siempre imprescindibles titulares de la Hermandad de los Dolores que el NO-DO ya mostrase en el documental realizado en 1964. Puesto que las cuadrillas de hermanos costaleros no llegarían a la corporación del Viernes Santo hasta 1981 y 1983 (en el Cristo y la Virgen respectivamente) el Santísimo Cristo de la Clemencia y la Virgen de los Dolores todavía hacían su recorrido sobre pasos a ruedas, pudiendo destacar además en el paso del Señor las antiguas cantoneras y el titulum e incluso los faroles que más tarde serían sustituidos, pasando estos a custodiar la imagen del crucificado en su templo de San Jacinto.
Cerrando el cortejo y atrayendo consigo – como de costumbre – una gran expectación, la Señora de Córdoba cerraba el breve reportaje, suscitando los comentarios que tan poéticamente invitaban a reparar en la elaborada y magnífica joya que corona a la Virgen de los Dolores.