LO ÚLTIMO

domingo, 4 de diciembre de 2016

El Cristo de la Púrpura. La imagen recuperada


A. Martín. El pasado viernes, la Hermandad de Las Cigarreras presentó en sociedad El Cristo de la Púrpura, la nueva obra de Navarro Arteaga y probablemente una de las imágenes cuya ejecución más expectación ha causado en Sevilla en los últimos años, en un acto que se desarrolló en el Ayuntamiento de Sevilla y contó con la presencia del propio imaginero, que expresó su satisfacción y orgullo por la talla realizada y de Claudio Espejo, hermano mayor de la corporación de Los Remedios. 

La obra fue presentada en la Sala Capitular Baja del Ayuntamiento de Sevilla este viernes por expreso deseo de los donantes y del propio Navarro Arteaga, quien hiciera las figuras secundarias del misterio de Las Cigarreras. El mero anuncio de su ejecución no obstante estuvo salpicado por cierta polémica. Pese a no haberse presentado tan siquiera la imagen, el Cristo de la Púrpura, que pasará a engrandecer el patrimonio de la Hermandad de Las Cigarreras de Sevilla, provocó que hasta la propia hermandad, tuviera que emitir un comunicado atajando así la rumorología que surgió en torno a la nueva imagen de la corporación del Jueves Santo.

En este sentido, el pasado mes de septiembre vio la luz un comunicado emitido por la Junta de Gobierno en el que aclaraba diversos aspectos que, en los mentideros sevillanos, habían surgido como crítica o duda sobre la conveniencia de la introducción de esta imagen en la Hermandad. En este comunicado, se dejaba claro la existencia, ya en el siglo XVII, de la devoción a una talla del Cristo de la Púrpura que incluso llegó a estar en el cortejo procesional entre el Señor Atado a la Columna y Mª Stma. de la Victoria, perdiéndose esta tradición en el siglo XIX, con lo cual, no es una nueva devoción para la Hermandad, sino la recuperación histórica de una devoción que, si bien al menos por ahora no será Titular de la penitencial ni participará en el cortejo procesional, servirá para engrandecer su patrimonio devocional.

La Hermandad quiso dejar claro que esta nueva talla no ha sido costeada por la misma, sino por una donación, y pese a que pueda parecer el mismo pasaje evangélico que su actual paso de misterio, la nueva imagen del Cristo de la Púrpura no va a sustituir al Señor de la Columna, obra de Buiza, y que por el momento no tendrá cultos propios dentro de la cofradía trianera a no ser que los hermanos decidan en un futuro lo que quiera para el Cristo de la Púrpura.

Cabe recordar que, efectivamente, el Cristo de la Púrpura fue una antigua advocación que la hermandad del barrio de Los Remedios tuvo hasta mediados del siglo XVIII, por lo cual no existe ningún documento gráfico y la actual talla se debe a un exhaustivo estudio histórico-artístico a través del archivo de la propia hermandad y de imágenes similares de la época.


La imagen recuperada

La imagen del Cristo de la Púrpura para la Hermandad de la Columna y Azotes (Las Cigarreras), ejecutada en madera de cedro policromada, responde al modelo iconográfico de Jesús recogiendo las vestiduras tras las flagelación, de una clara y honda inspiración neobarroca, en su configuración formal y estética.

Cristo se halla arrodillado sólo de una de sus piernas, la derecha, mientras el pie izquierdo se apoya firmemente junto a la columna, a la que se abraza, como simbólicamente lo hace en otras representaciones a la Cruz, en clara alusión a la aceptación de su sacrificio redentor. Con su mano derecha recoge la túnica púrpura, históricamente asociada a la realeza y al alto clero. Un cordón de hilo de plata rodea el cuello, dirigiéndose a la columna y a la mano que en ella se apoya.

El rostro del Señor combina por un lado el dramatismo propio del dolor causado por el castigo al que se ha visto sometido, junto a la fuerte espiritualidad que despierta. Melena rizada que se desparrama por la espalda con barba bífida. Su desnudez es cubierta por un amplio sudario, estofado, permitiendo verse la cadera derecha del Señor.

En el nuevo Cristo de la Púrpura conviven los mejores esquemas del Barroco y una gran maestría en la labor escultórica, llamada a ser referente en la imaginería del siglo XXI; en palabras del artista, su mejor obra. José Antonio Navarro Arteaga es actualmente uno de los mayores exponentes de la imaginería española, con más de tres décadas consagrado a la actividad artística.


La imagen perdida

Hay constancia documental de la existencia en la hermandad en torno a 1650 de esta antigua y devota imagen, que representaba el momento inmediatamente posterior a la flagelación, en el que el Redentor agachándose recogía sus sagradas vestiduras. Procesionó muy tempranamente puesto que en 1664 se encargaron los trabajos de construcción de su segundo paso al escultor Pedro de Borja y al ensamblador Pedro Camacho.

Éstos debían seguir fielmente un dibujo entregado por el mayordomo y otros oficiales. Pedro de Borja no pudo terminar el trabajo y en 1666 Pedro Roldán se obligó a concluirlo haciendo ocho ángeles, en dos juegos de cuatro en sendos tamaños y cuatro cabezas de querubines para las cuatro tarjas principales del paso y otras cuatro tarjas con historias.

Transcurridos treinta años desde la realización de la urna y paso, en 1696, se contratan las tareas de su dorado. En 1772-1773 se abordó una profunda reforma del mismo, consistente en dorarlo nuevamente, realizarle nuevas parihuelas, el estofado y encarnación del Cristo, la composición de la Sagrada Columna, el estofado y encarnado de doce ángeles del mismo y el bordado de una vara de la túnica.

El paso hacía su estación de manera habitual en los años que la cofradía salía el Jueves Santo durante el siglo XVIII, cerrando este ciclo en 1807 y ya no la volvió a efectuar hasta 1874, siendo la última ocasión en procesionar. Tras un período de cierta decadencia de su devoción en el último cuarto del siglo XIX, en 1900 se autoriza por el Arzobispado a petición de la hermandad la cesión del Cristo a otra corporación para darle culto, recibiendo de la misma una limosna para ayudar a costear otra de San Juan Evangelista para su uso en el quinario anual. La entrega de la sagrada efigie no se hizo directamente a ninguna corporación, sino al escultor Emilio Pizarro y Cruz. Sin embargo, Pizarro nunca entregó la imagen de San Juan y la hermandad se vio privada al mismo tiempo de una de sus seculares imágenes. No se conoce el destino final del antiguo Cristo de la Púrpura.

Fotos José Antonio Soler




Hoy en GdP