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domingo, 4 de diciembre de 2016

Sendero de Sueños: De cara a la galería


Pesada. Eso es lo que vais a llamarme por no dejar de hablar del tema de la solidaridad. Pero es que cada vez estoy más hastiada con el tema, más aún cuando se aplaude una acción insignificante en medios afines a quienes deben ser los primeros en dar ejemplo. 

Hace muchos años una servidora escuchó una magnífica homilía sobre la solidaridad,la necesidad de dar limosna (palabra que nunca me ha gustado). Si no llega a ser porque el orador llegó en un coche blindado y portando objetos cuyo valor daría de comer a un barrio entero..., todo hubiera sido maravilloso. 

Estamos de lleno en el Adviento, momento en el que nuestros templos y casas de hermandades se llenan de kilos de alimentos. Cosa que está genial, ¿pero alguien se ha parado a pensar en qué alguien puede estar necesitado de afecto, de comprensión, qué necesite sólo sentirse apoyado?

No todo es material o no debe serlo. No debemos sentirnos orgullosos de ser quienes más kilos (y cuidado, qué también son necesarios) mandemos. Esta acción es sólo una parte, una minúscula parte de lo que debe ser una acción social. Esto lo pueden hacer los niños, como lo hace el Grupo Chupete del Perdón. Los adultos podemos hacer más cosas, ¿verdad?

La Hermandad de La Agonía así lo ha hecho con mujeres que sólo encuentran trabas con la continuación de su embarazo, escuchándolas, asesorándolas, dándole ese ánimo que sólo el cara a cara, un abrazo puede dar, no un lazo en la solapa de la chaqueta porque así lo dicen quienes más ejemplo en persona deben dar. Aún haciendo esto no dejan de lado la recogida de alimentos, ¿verdad? 

Cuando nuestros hijos, un hermano, incluso un amigo está enfermo o pasando un mal momento, estamos ahí, presentes. ¿Por qué no estamos con los que la vida trata tan mal o pone zancadillas? Demos todos ejemplo, incluso los que deberían darlo por su condición de servidores. 

Raquel Medina








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