La música procesional, destinada en un principio para el acompañamiento exclusivo de los pasos de palio, ha ido evolucionando hasta la creación de nuevos estilos, como son las cornetas y tambores y las agrupaciones musicales (derivada de la anterior), no sin causar previas controversias dados los problemas de conjunción armónica producidos entre lo que suena y lo que se contempla. De esta forma, en los comienzos del siglo XX (espacio temporal en cuestión) ya se producían estos debates en los que se ponía en tela de juicio la idoneidad de los sones de esos nuevos estilos en relación a las escenas iconográficas; es decir, a los pasos procesionales. Así, y habiendo transcurrido un siglo, los cofrades continúan formulándose tal cuestión, máxime cuando la marcha procesional ha vuelto a progresar hacia unos horizontes dominados por las modas y el 'tarareísmo'; un aspecto ocasionado, fundamentalmente, en composiciones de cornetas y tambores, donde últimamente están apareciendo obras con más forma de banda sonora que de marcha procesional. Es por ello que, actualmente, y cada vez más, se está valorando los sones antiguos, añejos, de Escámez, Montoya Molina o Zueco Ramos gracias a formaciones como Los Bomberos, de Málaga, o Esencia, de Sevilla.