Esther Mª Ojeda. “La Agrupación admite en su seno a la Cofradía de la Estrella”. Así titulaba el 2 de julio de 1989, el periódico denominado Nuevo Diario el artículo en que se hacía eco de la aceptación por parte de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de una nueva y joven hermandad cordobesa. Que no les llame a engaño, pues a pesar de denominarla “la Estrella”, el texto se refería ni más ni menos que a la actualmente conocida como Hermandad Universitaria. Probablemente se tratase de un error de bulto del redactor o del maquetador... pero imagino que, a estas alturas, nunca lo sabremos
En la fecha citada anteriormente, se relataba cómo la Agrupación de Cofradías había cerrado el ejercicio correspondiente al período de 1988-1989 unos días antes, tras la celebración de una misa y una posterior junta general. Una misa que estuvo presidida por Lorenzo López Cubero, quien fuera delegado episcopal, quien además había aprovechado la homilía para pronunciar unas palabras que apelaban a un mejor entendimiento, así como al amor y respeto debía intensificarse especialmente entre las hermandades de Córdoba, puesto que de hacerse así, podría convertirse en un caso ejemplar de convivencia entre quienes, a fin de cuentas, están destinados a comprenderse y ayudarse.
Una vez concluida la ceremonia, el orden del día dio paso a una junta general en la que habrían de tratarse diversos temas que pasaban por la memoria y el estado de las cuentas, el reparto de las subvenciones, la corrección del Apartado C de los estatutos y, por supuesto y como punto fuerte, la conformidad de todos los hermanos mayores de las hermandades cordobesas para admitir a la entonces llamada Hermandad de la Estrella como parte y nuevo miembro de la Agrupación que vendría a modificar el panorama cofrade del momento.
Como detalle adicional e indudablemente curioso, el artículo de aquella edición de Nuevo Diario no podía dejar de mencionar como hecho reseñable la cancelación de la misa mensual en honor de Nuestra Señora de la Fuensanta – patrona de las cofradías cordobesas – con motivo de la llamativa y polémica ausencia de los miembros de las distintas hermandades en dicho evento. En su lugar y de conformidad con lo puesto de manifiesto por los presentes en la reunión, se acordó impulsar y dar mayor repercusión a los actos llevados a cabo en el mes de septiembre con relación a la festividad de la venerada Virgen que tan importante ha sido siempre para el pueblo de Córdoba.
Además, a todo lo dicho con anterioridad, había que sumar la aprobación pertinente para que la Junta de Gobierno de la Agrupación dirigiese los trámites indispensables para acometer la inscripción en el Registro de Asociaciones Religiosas del Ministerio de Justicia. Así las cosas, las diversas corporaciones se veían entonces en la tesitura de tener que aportar de inmediato la documentación que comprendía el decreto de erección canónica de la hermandad, los estatutos de la misma al completo y la relación de nombres de los integrantes de la junta de gobierno amén de otros datos personales de rigor. Sin lugar a dudas, debió ser esta una intensa jornada que, en efecto, sirvió para fomentar la colaboración y las buenas relaciones existentes entre las cofradías.
Al margen de lo detallado previamente y volviendo al punto central del discurso, el artículo dedicado sobre todo a la nueva corporación, abordaba asimismo el cabildo fundacional de esta, el cual se había producido en la fecha del 23 de junio bajo el título de Piadosa y Muy Ilustre Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Santo Cristo de las Almas, María Santísima del Perdón y Santo Tomás de Aquino. Durante el mismo acto se había procedido igualmente a la elección de la Junta de Gobierno, en la que destacaba el entonces hermano mayor, Francisco Javier Beltrán Guzmán.
Al término de la selección de las personas llamadas a dirigir la jovencísima cofradía hacia el progreso y la máxima integración en el marco cofrade cordobés, la recién formada Junta de Gobierno quiso poner en conocimiento de los allí presentes el programa al que se habrían de ceñir mientras durase su mandato, destacando eso sí la designación del imaginero sevillano José Manuel Bonilla Cornejo como asesor artístico de la corporación “así como hermano mayor a perpetuidad”.
Para culminar se dejarían los proyectos quizás más apremiantes, que no eran otros que los de hallar su definitivo asentamiento en la que, esperaban, fuera desde ese momento y en lo sucesivo su sede canónica y la realización de los atributos y, fundamentalmente, de unos titulares que, como es evidente, aún no existían a pesar de que no habría que esperar ya mucho para la llegada de la bella dolorosa de Miguel Ángel González Jurado. Así, en 1990 aparecía la dulce Virgen de la Presentación para ser bendecida en su aquel entonces sede, en la Iglesia de San Pedro de Alcántara, luciendo prendas tanto propias como cedidas por otras hermandades para la ocasión y erigiéndose como un nuevo punto de partida con el que comenzaban a romperse los primitivos planes de la hermandad.