Esther Mª Ojeda. Desde que hace unos días la Hermandad del Resucitado hiciese público el nuevo e ilusionante proyecto del futuro palio de María Santísima Reina de Nuestra Alegría a través de sus redes sociales, todos los ojos parecen haberse posado repentinamente en la cofradía de Santa Marina a la espera de conocer los detalles que nos permitan imaginarnos la obra de arte que, próximamente, cobijará a la sonriente y dulce Virgen de Cerrillo.
Este hecho es, sin duda, incentivo más que suficiente para echar la vista atrás en un intento de viajar al pasado para recordar todos y cada uno de los detalles que, tiempo atrás, rodearon a la titular de la cofradía que año tras año trae la resurrección de Cristo a las calles cordobesas.
Bajo esa premisa, cabe remontarse – como ya hiciéramos en anteriores publicaciones de Gente de Paz – hasta el año 1944 en el que, bajo el mandato de Antonio Hidalgo Carmona, la corporación protagonista del Domingo de Resurrección tomaba la decisión de prescindir de los anticuados atributos con los que hasta entonces se había hecho estación de penitencia así como la de cambiar el hábito nazareno para adoptar los colores pontificios, medida que también sería rectificada posteriormente. Pero entre todas esas modificaciones, cabía destacar una de mayor envergadura que no era otra que la realización de un nuevo paso para la Virgen de la Alegría.
Sin embargo y a pesar de que numerosas fuentes fechan la realización de la Santísima Virgen por parte del ilustre imaginero cordobés, Juan Martínez Cerrillo en 1951, son también muchas crónicas que narran la primera salida procesional de la titular de la hermandad en el citado año de 1944 coincidiendo con la primera ocasión en la que la cofradía de Santa Marina acudía a la Carrera Oficial, instalada en el centro de la ciudad.
Independientemente del año en que realmente la alegre Virgen de Cerrillo llegase a la Hermandad del Resucitado, lo que sí es cierto es que esta, en el mismo momento y junto a la hechura de la imagen, encargó también a célebre artista la realización del paso sobre el que habría de procesionar la talla de María Santísima Reina de Nuestra Alegría, el cual, como hemos podido comprobar en anteriores artículos, no incorporaba aún palio alguno.
Décadas más tarde, concretamente en el año 1970, el entonces hermano mayor de la cofradía, Francisco Villegas García llevaba a cabo el nuevo proyecto de realizar la candelería de plata cincelada para la Virgen de la Alegría, con el que se pretendía mejorar sustancialmente la estética que rodeaba a la hermosa imagen en sus salidas procesionales.
El gran y esperado estreno del palio llegaría al fin en 1983, según algunos testimonios “resultado aún más agraciada la imagen que tallara en 1944 Juan Martínez Cerrillo”. El para muchos olvidado palio y para otros sencillamente desconocido, era de un llamativo color azul marino, máxime si tenemos cuenta el actual – realizado en malla y por lo tanto de gran luminosidad – que, además, constaba de unas bambalinas de menor longitud que las actuales tal y como se puede comprobar por la fotografía que encabeza el presente artículo, tomada en la década de los 80 al paso de la cofradía por el popular barrio de San Agustín, visiblemente abarrotado.
Otras instantáneas, como la que se muestra a continuación – realizada en la Calle Rejas de Don Gome – dejan ver con claridad aquel interesante techo de palio, cuyo diseño intercalaba el terciopelo azul con los fragmentos de malla, tan característicos de la Virgen de la Alegría. No obstante, aquel palio sería sustituido por el actual de malla en la década de los 90, obra de Antonio Ibáñez y que está a punto de pasar a la historia en pro del todavía misterioso proyecto del que la Hermandad del Resucitado, aún no ha dado detalles.