LO ÚLTIMO

miércoles, 4 de enero de 2017

El pasado de Gracia y Amparo y ¿la Magdalena de la Sentencia?


Esther Mª Ojeda. Es María Santísima de Gracia y Amparo un perfecto ejemplo entre esas imágenes que tuvieron una vida pasada muy diferente de la que gozan actualmente, vinculadas a otro templo – a veces pertenecientes a una desparecida y antigua hermandad – también con una o varias advocaciones distintas a lo largo del tiempo. 

En el caso de la expresiva titular de la Hermandad de la Sentencia, cabe situar sus orígenes hacia mediados del siglo XVIII, una teoría reforzada a raíz del proceso de restauración que en el año 2004 acometió el cordobés, Miguel Ángel González Jurado debido al acusado deterioro de la policromía del rostro además de una preocupante grieta en el cuello que podía causar daños irreversibles a la talla. Durante aquella rehabilitación, el célebre imaginero descubrió un texto escrito en 1771 que se hallaba en el interior de la mascarilla de la Santísima Virgen y que decía así:

Birgen Santisima Madre de Dios, roga a Dios por, Luis Joseph Gomez que os retoco, el año – 1771 – siendo Hermano Maior Juan de Mancha. Jesus Joseph y Maria el corazón os doi y el alma mia”.

Gracias a este pequeño documento se reveló no solo la identidad de la persona que realizó esa pretérita restauración – Luis Joseph Gómez, quien se cree que pudo formar parte del círculo del imaginero Gómez de Sandoval – sino también la fecha de esta, con lo que se pudo establecer con mayor precisión la fecha de ejecución de la Virgen de Gracia y Amparo, aunque su autoría siga constituyendo un misterio. 

Sin embargo, de lo que sí se ha podido tener constancia es del lugar en el que la bella imagen permaneció en el pasado, siendo el antiguo y desaparecido Convento de la Victoria el templo que durante largo tiempo acogió en su seno a la característica dolorosa. Así se pudo certificar gracias a los inventarios de dicho convento, en los que se hacía mención a la Santísima Virgen, entonces bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios.

No se tienen muchos más datos de la trayectoria que terminó por conducir a María Santísima de Gracia y Amparo hasta la Parroquia de San Nicolás de la Villa. Simplemente, la historia parecía repetirse al volver a ser mencionada en los  inventarios de su sede actual, ya en la década de los 50, ahora con un título distinto al anterior y pasando a ser conocida como Nuestra Señora de los Dolores.
A pesar de que la inconfundible dolorosa ya se encontraba al menos desde la mencionada década de la Iglesia de San Nicolás, no fue hasta el 31 de mayo de 1976 cuando se bendijo la imagen de la Virgen bajo su nueva advocación de María Santísima de Gracia y Amparo, pasando por alto la primitiva intención de denominarla Nuestra. Señora de los Desamparados, puesto que así era como había sido designada en 1973 la dolorosa que Antonio Eslava realizase para la Hermandad de las Penas de Santiago. Así, la ya entonces titular de la corporación de San Nicolás venía a cumplir los deseos de sus miembros que desde tiempo atrás había manifestado un evidente interés en incorporación una imagen mariana.

Sin embargo y a pesar de esa aspiración, con el paso del tiempo se han podido conocer ciertos testimonios que aseguraban que la Virgen de Gracia y Amparo permaneció largos años sumida en el más absoluto olvido hasta que Fray Ricardo de Córdoba la descubriese en los sótanos de la Parroquia de San Nicolás de la Villa, recuperándola para la Córdoba cofrade y dándole a la antigua imagen un nuevo futuro junto al Señor de la Sentencia.

Asimismo, es justo rescatar de igual modo un detalle que, de ser verdad, sería sin duda muy significativo en el pasado de María Santísima de Gracia y Amparo, pues existen también algunas fuentes que afirman que una de las imágenes que compusieron en años pretéritos el famoso belén de la Hermandad de la Sentencia era posiblemente una talla de Santa María Magdalena – la cual guarda un evidente y apreciable parecido con la titular de la cofradía – que, junto con otra imagen de San Juan, habrían acompañado a la Virgen en representación de la conocida como “sagrada conversación”.

Cierto o no, la Virgen de Gracia y Amparo parecía dejar definitivamente atrás cualquier pasado, incorporándose a la estación de penitencia de la Sentencia en la jornada del Lunes Santo del año 1979. De aquel día, se conservan instantáneas como la que encabeza este artículo y en la que se pueden identificar fácilmente los varales de la Hermandad de la Sangre que fueron cedidos para tal ocasión, puesto que la propia orfebrería no fue concluida hasta 1984. La implicación de la cofradía cisterciense con la de la Sentencia no se quedó ahí, ya que además, fue la cuadrilla de costaleros de la Reina de los Ángeles – a las órdenes del capataz Fernando Morillo-Velarde – la encargada de portar sobre sus hombros a María Santísima de Gracia y Amparo durante sus primeros años de salida procesional.

Solo un año antes de que toda la orfebrería del paso de la titular de la corporación de San Nicolás estuviese completa, fue tomada la siguiente fotografía que muestran a la Santísima Virgen en su paso de palio, en el que llamaban la atención de forma considerable tanto las peculiares piñas de fanal como las tradicionales velas rizás que se emplearon durante los primeros años de su estación de penitencia.

Ocho años más tarde, en 1991 – año en que la Sentencia se dirige por primera vez a la Catedral para realizar estación de penitencia – se realizó la última de las fotografías que ilustran estas líneas. En ella, se puede ver a la Virgen de Gracia y Amparo a su paso por la Plaza de la Trinidad, donde algunos miembros de la Hermandad del Vía Crucis habían salido a recibirla y prepararse para su inminente salida procesional.






Hoy en GdP