Carlos Gómez. Nos estamos lamentablemente habituando a que cada vez con mayor frecuencia los medios de comunicación se hagan eco de noticias que dan cuenta de ataques de muy diversa índole contra el patrimonio de la iglesia y de las hermandades. Noticias que evidencian de un modo u otro que el odio y la falta de civismo se van abriendo hueco de manera paulatina en nuestra sociedad de tal modo que cada vez se acorta más el periodo de tiempo que transcurre entre que se reproduce un episodio de estas características y el siguiente.
Según apunta Palma del Río Noticias, esta tarde sobre las 18:00 horas han profanado la imagen de María Santísima de Belén Coronada, patrona de la localidad. Este medio explica que ha desaparecido la Corona de la Virgen y le han partido un dedo, mientras que al Niño que sostiene le han partido un bracito. De momento poco más han trascendido al respecto.
Se desconoce el momento exacto en que se inicia en Palma la devoción a la Santísima Virgen bajo la advocación de Belén, aunque lo más probable es que llegara en la Edad Media. En 1236 Fernando III conquistó Palma y que este monarca, muy devoto de la Virgen, lo primero que ordenaba era la consagración de los templos mayores de los lugares reconquistados a María Santísima, algo que pudo suceder en la que fuera Mezquita de la Palma musulmana que pasaría a ser Iglesia de Santa María.
La actual imagen es la tercera de las tres conocidas que ha tenido esta advocación en Palma del Río. Es obra firmada y documentada del imaginero onubense, afincado en Sevilla, Sebastián Santos Rojas, que la realizó en 1937 tras haberse perdido la anterior en la Guerra Civil. En origen era una talla de candelero para vestir que recogía las características de este imaginero en su obra mariana, especialmente de Gloria: tez blanca, rostro y poses algo hieráticas, expresión muy contenida,...
La imagen actual sin embargo es resultado de una fuerte intervención a cargo del imaginero Luis Álvarez Duarte, consistiendo ante todo en una sustitución de la policromía por una policromía más morena y retocando los rasgos del rostro para dotar a la imagen de una ligera sonrisa y rostro más afinado, en definitiva, más cercana a las características de su producción.
La imagen del Niño que porta en sus brazos se ha dicho que guarda características dieciochescas, circulando varias leyendas alrededor de su origen.
La venerada imagen se apoya sobre una peana del siglo XVIII obra del célebre orfebre cordobés Damián de Castro, llevando ráfaga de esta centuria aunque de factura algo más tosca, desconociéndose su autor. Tiene la Virgen en su ajuar dos coronas, siendo la más destacada la corona de oro y brillantes empleada en su coronación que fue donada por una importante familia en la década de 1920. La corona del Niño es obra actual, realizada para la coronación, a semejanza de esta otra y está realizada en oro procedente de donaciones de vecinos del pueblo.