Jesús Pérez. La ciudad de Sevilla fue durante unos meses el centro del mundo con la celebración de la EXPO’92. Este acontecimiento de escala mundial tuvo una duración de seis meses, comenzando el 20 de abril y finalizando el 6 de octubre, coincidiendo con la fecha del V Centenario del Descubrimiento de América.
La celebración del acontecimiento transformó la ciudad urbanísticamente, se construyó una nueva red viaria, nuevas autovías y rondas de circunvalación, se levantó una nueva estación central de ferrocarril y se amplió el aeropuerto; fue un gran impulso para Sevilla. Como la ciudad era un gran escaparate a nivel mundial, tenía el deber de mostrar su esencia en su máxima magnitud y como no es de extrañar las cofradías también formaron parte de este acontecimiento a través de una magna exposición titulada “Los Esplendores de Sevilla”.
La celebración del acontecimiento transformó la ciudad urbanísticamente, se construyó una nueva red viaria, nuevas autovías y rondas de circunvalación, se levantó una nueva estación central de ferrocarril y se amplió el aeropuerto; fue un gran impulso para Sevilla. Como la ciudad era un gran escaparate a nivel mundial, tenía el deber de mostrar su esencia en su máxima magnitud y como no es de extrañar las cofradías también formaron parte de este acontecimiento a través de una magna exposición titulada “Los Esplendores de Sevilla”.
Entre los días 25 de junio y 25 de julio, el Consejo de Hermandades y Cofradías organizó este acto para mostrar algunas piezas de orfebrería, bordados y escultura que forman parte del gran patrimonio artístico de las hermandades de Sevilla. La presidencia de honor de dicho acto fue aceptada por el Rey Emérito Don Juan Carlos. Por su parte, el Cardenal Emérito de Sevilla Monseñor Carlos Amigo Vallejo fue el presidente del comité organizador de la magna muestra.
La exposición tenía un itinerario que comenzaba en la Plaza de San Francisco, concretamente en el edifico de la Fundación Cajasol. En este lugar se acogió la muestra “Los Tesoros”. En la galería alta del edificio fueron expuestos veinte mantos bordados, agrupados por colores entre los que se encontraban los de las siguientes hermandades: Amargura, Amor, San Bernardo, Buen Fin, Baratillo, Los Negritos, El Valle, San Isidoro y Los Gitanos. Por otro lado, en la galería baja fueron instalados catorce simulacros de pasos de palio, las custodias procesionales de plata de las hermandades sacramentales de Pasión, la Magdalena y la Esperanza de Triana; las carretas de plata de las hermandades del Rocío de Sevilla y Triana, y varios simpecados antiguos, frontales y blandones de plata.
En la exposición también fueron expuestas joyas como coronas, entre las que se encontraban la de la Hiniesta Gloriosa, Amargura, Encarnación, Esperanza de Triana, Angustias, Mercedes de la Puerta Real, Divina Pastora de las Almas, María Auxiliadora, Soledad de San Buenaventura y Patrocinio; al igual que las diademas de la Soledad de San Lorenzo y la Virgen de las Aguas. Mientras, los puñales áureos expuestos fueron los de la Esperanza de Triana, Dolores de las Penas de San Vicente, Angustias de Los Gitanos, Mayor Dolor de la Carretería y Socorro; y las potencias, las del Señor del Silencio de la Amargura, Cautivo de Santa Genoveva, Penas de San Vicente, Expiración del Museo, Cristo de la Salud de San Bernardo, Nazareno del Silencio, Calvario, Tres Caídas de Triana, Salud de Los Gitanos, Expiración del Cachorro, Tres Caídas de San Isidoro y Cristo del Amor.
Las coronas de plata expuestas fueron las pertenecientes a las hermandades de La Paz, Sagrada Cena, San Roque, Estrella, Penas, Los Estudiantes, Santa Cruz, Buen Fin, Baratillo, Los Panaderos, Cristo de Burgos, Los Negritos, El Valle, El Silencio, El Calvario, La O, San Isidoro y Sagrada Mortaja. También se mostraron las cruces de carey del Silencio, Las Penas de San Vicente y del Nazareno de la O, además de otras insignias como simpecados, guiones sacramentales, reposteros y paños.