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sábado, 7 de enero de 2017

Sin ánimo de ofender: Unos llegan, otros se van


Como siempre, las fiestas de Navidad han vuelto a pasar casi sin darnos cuenta. Mucho más rápido de lo que esperamos cuando estamos a punto de empezarlas, pues olvidamos de un año para otro que la mayor parte del tiempo pasa en un suspiro entre cenas y comidas, reuniones y las típicas compras navideñas que absorben más tiempo del que normalmente todos desearíamos.

Con la sensación de haber comido posiblemente más de la cuenta y el atolondramiento que parece producir la celeridad con la que todo se ha desenvuelto, tratamos con más o menos éxito de volver a una rutina debatiéndonos todavía entre los recuerdos que ocupa el último episodio navideño, protagonizado como no podía ser de otro modo por los más pequeños – y no tan pequeños – y, por supuesto, los Reyes Magos.

Seguramente, la mañana de Reyes dejó muchas sorpresas repartidas por todos los hogares, eclipsando, espero, algunos de los instantes vividos durante el transcurso de la popular cabalgata en la que, lamentablemente, siempre se presenta la ocasión de presenciar cómo muchas personas parecen perder la compostura compitiendo incluso con los propios niños abalanzándose sobre cualquier cosa que provenga de una carroza aunque esto termine siendo el envoltorio de una chocolatina. Tampoco faltan los padres que se pelean con otros padres por una pelota – por decir algo – o los que se toman su tiempo para manifestar su indignación al haber recibido cualquier pisotón tan accidental como previsible en estos contextos.

Por la parte de la cabalgata en cuestión, quizá resultaría demasiado insistente volver a mencionar la escasez de caramelos o golosinas en general que se arrojan desde las carrozas. Carrozas que dicho sea de paso, a veces ni siquiera pueden apreciarse con detenimiento gracias a la pasmosa velocidad con la que recorren las calles. Aunque en ciertos casos, casi es mejor así para no tener la oportunidad de recrearse en exceso en alguna de ellas, en la que las pocas plumas con las que había sido decorada inicialmente, penden, mustias, de un hilo…si quedan.

Menos mal que, aunque ya hayamos puesto fin a las bullas de la Navidad y a los incidentes típicos de la esperada Cabalgata de Reyes, más pronto que tarde tendremos encima la Semana Santa en la que la que, de nuevo, podremos presenciar las clásicas disputas que se generan con el firme y “lógico” propósito de ver en primera fila a los legionarios que tradicionalmente acompañan al Señor de la Caridad.

Esther Mª Ojeda

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