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martes, 4 de junio de 2013

Jesús Sacramentado sale a las calles de Huelva para bendecir a sus fieles

La fiesta de Jesús Sacramentado ocupó el corazón de buen número de fieles y estamentos que se reunieron, en la festividad del Corpus Christi, para rendir honor al sacramento por antonomasia de la fe católica. 

Era una mañana fresca y antes de las 09:00, la catedral de La Merced ya se encontraba llena de público. Desde un principio, llamó la atención un grupo abundante de niños ataviados con sus trajes de primera comunión. Ellos y el Coro de Voces Blancas fueron, sin duda, el alma de la festividad. 

Con toda la solemnidad que el Corpus Christi requiere, la solemne misa dio comienzo, presidida por el obispo de la Diócesis, monseñor José Vilaplana, quien fue asistido por el cabildo catedralicio. El ingrediente musical corrió a cargo de la Coral Polifónica de La Merced y el Coro de Voces Blancas, dirigido por Alfonso Peña y que, posteriormente, se incorporaría a la comitiva procesional. 

En su homilía, monseñor Vilaplana se refirió a la Eucaristía como "el misterio y el sacramento de nuestra fe". El prelado llegó a afirmar que "en la Eucaristía está toda la historia de nuestra salvación pues, tal y como se dice en la consagración, con ella anunciamos la muerte de Jesús, proclamamos su resurrección y también su venida. 


En el momento de la comunión, los niños que este año han recibido por vez primera a Jesús fueron los primeros. Dato curioso es que la primera de todas fue una niña celíaca que recibió la sagrada forma realizada con harina sin gluten. Como pasara el año anterior, la comitiva procesional fue extensa. Hermandades de gloria, penitencia, colegios, asociaciones de fieles o movimientos apostólicos estaban incluidos en ella. La cruz de guía de La Merced se puso en la puerta de la catedral, seguida de los niños y niñas de la primera comunión. El cortejo, formado en los patios de la contigua Facultad de Empresariales, fue accediendo a la catedral y saliendo por la puerta de templo. Con dinamismo, todos los grupos integrados, portando sus estandartes o guiones, iban saliendo a la Plaza de la Merced, mientras que en el interior de la catedral se estaba a punto de vivir uno de los momentos más intensos de la jornada. Fue cuando, bajo palio y portado por el obispo, el Santísimo fue dirigido hacia su custodia, situada sobre su paso, obra de Fernando Marmolejo. Allí, los costaleros de la Sagrada Cena y Jacinto Hitos como capataz estaban también preparados para iniciar el recorrido cuyo punto más distante sería la iglesia de la Concepción para, desde allí, iniciar regreso a La Merced por Mora Claros. 

Dos eventos sonoros dieron la bienvenida al Santísimo una vez que éste cruzó el umbral del templo: las propias campanas de la catedral y los miembros de la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús de la Expiración. Durante algo más de una hora la custodia estaría en la calle. 

En la comitiva, tras los niños de comunión, se situaron las asociaciones de fieles, los movimientos apostólicos, comunidades y otros grupos participantes, hermandades de gloria, por orden de antigüedad, y hermandades de Semana Santa, incluida, por vez primera, la del Resucitado. Tras ellas, el Consejo de Hermandades y Cofradías presidido por vez primera por Antonio González, Adoración Nocturna, hermandades sacramentales por orden de antigüedad, Hermandad Sacramental de la Merced, por ser capitular, cruz catedralicia, seminario, diáconos, sacerdotes, párrocos, cabildo catedralicio, báculo episcopal, ministros, incensarios, el paso de la custodia, el obispo con los sacerdotes y ministros oficiantes, el alcalde y miembros de su equipo de gobierno, así como autoridades civiles y militares, incluido el subdelegado del Gobierno. El cierre lo puso la Banda Municipal de Música. 

Por segundo año consecutivo, la procesión transcurrió sin romero ni juncia esparcidos por el firme, por lo que este fenómeno se repitió por segundo año consecutivo. La prolongada comitiva contrastó, en la mayor parte del recorrido, con el escaso público que contemplaba el paso de la custodia, aunque algunos balcones se mostraban engalanados para el momento. El cortejo se fue abriendo paso por las calles del itinerario, si bien algunas de ellas, no estaban vacías de vehículos, como es habitual en los desfiles procesionales. 

Otro momento bello que se vivió fue la llegada de la custodia a La Concepción. Ante la puerta de este templo que da a Méndez Núñez lucía instalado un bello altar que, una vez más, ha sido obra de los hermanos de la Oración en el Huerto. 

El último tramo de la procesión se vio más concurrido de público. Se acercaba el mediodía y el sol caía de justicia cuando el paso de la custodia llegó a la Plaza de la Merced. El enclave ya se encontraba bastante concurrido. Las representaciones de todas las hermandades y asociaciones participantes se fueron situando justo enfrente del porche de la catedral; las hermandades sacramentales portaban sus correspondientes guiones identificativos. En el porche se encontraba el altar de la bendición, presidido por un cuadro de la Inmaculada Concepción, procedente de la Casa de Ejercicios Espirituales Virgen de la Cinta. 

Con el paso ya en el porche, monseñor Vilaplana citó varios textos evangélicos e invocó al Año de la Fe. Con todo ello, y con el Santísimo en sus manos, el prelado de la Diócesis impartió la bendición y dio gracias al Señor por "estar presente en la Eucaristía, por esta fiesta de la fe". Vilaplana quiso también acordarse de "las familias, los enfermos, los pobres y los presos".









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