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miércoles, 14 de agosto de 2013

El escultor Francisco de Ocampo

Francisco de Ocampo y Felguera nació en la localidad jiennense de Villacarrillo en el año 1579. Que esta ciudad fue la cuna natal de Francisco de Ocampo no ofrece la más mínima duda por un documento, fechado en 1633, en el que se otorgaba poder suficiente a su cuñado y a su hermana, Ana de Salazar, para poder vender los bienes que su padre les había legado a ambos como herencia. En esta escritura se dice por el propio Ocampo su pertenencia al obispado de Jaén, término de Villacarrillo.

Fueron sus padres Fernán González de Felguera y María Inés de Tablada, si bien y siguiendo una costumbre establecida con carácter general en aquella época, Francisco recibió el apellido primero de su abuelo y el segundo de su padre, Felguera, renunciando al de su madre, de Tablada.

Francisco fue el primero de los hijos habidos del matrimonio, recibiendo las aguas bautismales en la Iglesia Parroquial de la Asunción, sin que se pueda concretar la fecha exacta a causa de haber desaparecido los archivos parroquiales en 1936, durante la Guerra Civil española.

A los 14 años de edad (1593), Francisco de Ocampo, con toda la ilusión de su juventud, interés de aprender el arte de trabajar la madera y con la sana intención de alcanzar el éxito, se trasladó a Sevilla, donde residía su tío Andrés Ocampo, en cuyo taller ingresa poniéndose bajo su protección e iniciándose en el aprendizaje artístico. No mucho tiempo después es admitido en el taller de Juan de Oviedo y de la Bandera, conocido como El Mozo, y más tarde en el de Juan Martínez Montañés, recibiendo de todos ellos sus influencias artísticas. El hecho de ingresar en el taller de su tío no impidió que tuviera que formalizar el preceptivo contrato de aprendizaje en el que se establecían las cláusulas en las que figuraban los derechos y obligaciones a los
que cada uno se comprometía.


En el año 1600, Francisco de Ocampo, después de permanecer siete años como aprendiz, obtuvo el título que le capacitó para ejercer el oficio, y al igual que otros aprendices tuvo que realizar dos esculturas distintas para obtener el título que le permitiera independizarse y abrir taller propio: una desnuda para poder comprobar sus conocimientos anatómicos y otra vestida para apreciar la forma de realizar los plegados de vestidos, túnicas, capas, etc.

Su afán, no solo por adquirir mas conocimientos artísticos sino también por perfeccionarlos, lleva al escultor a no abrir su propio taller pues decide, con la anuencia y el consentimiento de Juan de Oviedo ingresar en su taller, ya con la categoría de oficial y en el que Ocampo cobraba la cantidad de 1296 reales en concepto de honorarios.

El día 4 de marzo de 1602, Ocampo contrae su primer matrimonio con Lorenza Ponce, hija de Salvador Campos, pintor de profesión y de Inés de Ponce. De este primer matrimonio nacieron tres hijos, Francisco, Fernando y Salvador.

En el año 1603 Francisco de Ocampo inicia de forma independiente su producción artística, ejecutando su primera obra documentada: una imagen de San Nicolás de Tolentino, encargo del pintor Blas Gutiérrez vecino de la localidad de Écija, recibiendo a partir de esta fecha un importante número de encargos que va realizando a lo largo de los años. De estos años se pueden citar 1611 y 1614, en los que esculpe la magnifica talla del Cristo del Calvario, la de San Ángelo para el convento de San Alberto de Sevilla y el retablo e imagen de San Diego de Alcalá, para la Iglesia de San Francisco de la ciudad cordobesa de Palma del Rio, por encargo de Fray Juan de la Barrera, franciscano del convento de Nuestra Señora de Aguas Santas. Los encargos aumentaron de tal manera que Ocampo se vio obligado en varias ocasiones a tener que cambiar su taller a distintas collaciones como la Magdalena, San Vicente, San Lorenzo (Calle Tiros), y San Martin (calle Pepino) y a admitir en el mismo a numerosos aprendices a los que les enseño a esculpir la madera. De entre ellos se deben destacar a Francisco Cabrera y el que se supone el último de todos: Manuel Morales, de nacionalidad portuguesa, sin olvidar a otros como Juan de la Barrera y Hernando de las Casas.

El año 1632 es decisivo para la vida de Francisco de Ocampo, ya que el día 3 de marzo muere su esposa, Lorenza Ponce, si bien contrae años después nuevo matrimonio con Ana María, de la que se desconocen otros datos, como igualmente la fecha del mismo. En 1637, Ocampo realiza su última obra, la imagen de Santo Domingo penitente por encargo de Antonio de Salva, para la isla de La Palma, en el archipiélago canario.

Sintiéndose enfermo e intuyendo la cercanía de la muerte, Francisco de Ocampo otorga testamento en el año 1639 nombrando albacea testamentaria a su esposa y al pintor Baltasar Tintero. Este documento, que esta datado con fecha 26 de diciembre de 1639, dice, entre otras cosas, lo siguiente: “Francisco de Ocampo, maestro escultor, vecino de la collación de San Martin, estando enfermo de cuerpo y fano de la voluntad hago y ordeno este mi testamento en la manera siguiente: Que mi cuerpo sea sepultado en la Iglesia de San Martin y entierro que tengo Declaro que yo case primeramente con Doña Lorenca Ponce ayer 37 años Declaro que yo me case segunda vez con Doña Ana María Declaro que deudo al Convento de monjas de San Clemente el Real De esta ciudad feiciebtos reales de resto de todas quantas hasta hoy Día mando fe le pague Nombro por mis albaceas testamentarios a Baltasar Quintero. Maestro pintor y a Doña Ana María, mi mujer. Nombro a mis universales herederos a Fernando de Ocampo, aufent en Yndia y a Salvador de Ocampo, mis hijos legítimos y de doña Lorenca Ponce, mi primera mujer”.

El día 28 de diciembre de 1639, el escultor fallecía en su domicilio sevillano de la collación de San Martin, donde vivía desde el mes de abril de 1631, siendo enterrado en la Iglesia del mismo nombre.

En relación a sus características artísticas, Francisco de Ocampo fue uno de los escultores más fecundos de su época, ya que no se limitó a la imaginería religiosa sino también a retablos, esculturas decorativas, etc. Y pese a haber recibido influencias estilísticas de otros artistas con los que convivio, así como de los maestros escultores en cuyos talleres recibió la adecuada formación, su obra se caracteriza por unas peculiaridades derivadas de su propia personalidad, que permiten distinguirlas de la de otros artistas coetáneos suyos. Y así, el ilustre profesor Bernales dice : “Si bien su formación inicial procede del manierismo seria mas versátil que otros artistas de su generación, ya que conjuga posturas de progenie manierista con detalles de efectos realistas propios del momento”.

En definitiva, y sin perjuicio de su clara tendencia manierista, Ocampo, presenta en su obra síntomas de su propia personalidad, manifestada en su preocupación por evolucionar y superarse, lo que le condujo, según Hernández Díaz, a “utilizar distintos elementos que van desde el clasicismo hasta el barroco incipiente”.

En lo referente a su obra, este imaginero jiennense fue muy prolijo ya que desde el año 1606 que realizó su primera obra, San Nicolás de Tolentino, hasta el año 1637 en el que culminó su carrera artística, Santo Domingo Penitente, ejecutó 66 obras divididas en imágenes, retablos y relieves, a las que habría que añadir las atribuidas, conformando un total de 81.

Finalmente, de sus obras documentadas se pueden citar el Santísimo Cristo del Calvario, la Inmaculada Concepción con el Niño Jesús, para el Convento de Santa Clara (Colombia), un retablo para la iglesia parroquial de Santa Ana de Sevilla, un San Francisco de Asís para el convento de San Antonio de Padua de la misma ciudad, y, sin perjuicio de otras, una Santa Inés para el convento de Santa Inés de Sevilla. Como obras atribuidas e, igualmente, entre otras, la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno (El Silencio) para la iglesia de San Antonio Abad de Sevilla, el Santísimo Cristo de la Salud para la capilla de la Hermandad de la Carretería y el relieve del Bautismo de San Juan Bautista, para el convento de San Leandro de Sevilla.

Cristo del Calvario








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