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martes, 20 de agosto de 2013

Llegó a los brazos de su Madre

Llegó a los brazos de su Madre, y ella le consoló de su dolor, le dio el calor y la protección del terrenal daño.

Sobre su seno quedó dormido como un ángel blanco, cubierto por la sonrisa de una reina, soñó con levantar a modo de palio el estrellado cielo de Córdoba, y con esas tres palabras mágicas que llenaron el sueño de nuestra ciudad entera, gritó con fuerza por última vez… “¡Costalero a la esta es!”.

Y la Cruz que normalmente es quebranto, se transformó en consuelo y tu voz Rafael en pañuelo para limpiarle las lagrimas a la Reina de los cielos.

Descansa en Paz, padre mío







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