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lunes, 21 de octubre de 2013

El palacete barroco del convento de Santa Cruz de Córdoba. Una joya barroca que se cae a pedazos

Las lluvias aceleran el deterioro del palacete del convento de Santa Cruz, provocando derrumbes en parte del huerto Las monjas clarisas temen que haya más este invierno y buscan fondos para arreglar la cubierta.

El palacete barroco del convento de Santa Cruz se cae a pedazos. El edificio construido en el siglo XVIII dentro del convento por encargo de una familia que tenía a sus dos hijas allí para alojarse cuando fuese a visitarlas cayó en desuso hace años después de ser utilizado como noviciado. El paso del tiempo ha hecho estragos en esta joya famosa por su patio barroco con paramentos policromados, que cada vez están más deteriorados. Año tras año las lluvias van dejando su huella en la cubierta, debilitando sus paredes y acelerando su ruina. Las primeras precipitaciones de este otoño han provocado derrumbes en la zona del huerto, donde llueve sobre mojado, ya que durante la primavera pasada ya se habían producido, llegando a tirar la pared medianera de la casa colindante. Por ello, tanto las monjas clarisas como el arquitecto Francisco Javier Vázquez Teja, que ha dirigido la restauración del compás de este convento del siglo XV --donde se ha acondicionado el atrio, la iglesia y se ha habilitado una hospedería--, temen que las lluvias provoquen más daños tanto en el huerto como en otras estancias del palacio, por lo que están buscando fondos para arreglar lo más urgente, la cubierta.



Vázquez Teja ha enviado cartas al Gobierno --tanto al Ministerio de Fomento como al de Educación, Cultura y Deporte--, a la Junta y al Ayuntamiento para solicitar su colaboración. El arquitecto ya se ha reunido con el subdirector de Arquitectura y Edificación del Ministerio de Fomento, "que me dio esperanza en el 1% cultural". También se ha reunido con el alcalde y con el concejal de Hacienda "y están por apoyar". Sin embargo, su intención es adelantar la intervención, "asegurar las cubiertas" y evitar la entrada de agua. Arreglarlas cuesta 100.000 euros.

Vigas podridas, pinturas que se desvanecen, paredes que se desmoronan son hoy la realidad de este palacio que se ilusionó a principios de la década pasada con el anuncio de su restauración y que soñó con convertirse en museo. En el 2003, las monjas firmaron un convenio con CajaSur para la rehabilitación, que iba a recibir también fondos estatales provenientes del 1% cultural. Después, tras el cambio de Gobierno, el proyecto quedó aparcado.

Mientras aumenta el deterioro del palacio, las intervenciones en el convento continúan. El arquitecto aguarda la licencia para adecentar la fachada, tarea que espera iniciar a final de mes y que contará con 9.000 euros de ayuda de Vimcorsa.






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