Todos los caminos conducen a la Catedral. Los múltiples actores, principales o secundarios, ya protagonistas o ya circunstanciales, que participan en la organización de cada Semana Santa, y desde el luego el público que llena las calles, ya coinciden en que el futuro centro de las procesiones pasionistas no tiene otro destino que el primer templo de la diócesis.
El «sí» rotundo de las cofradías en la asamblea del pasado lunes, cuando 30 de las 37 agrupadas votaron a favor de llevar allí la carrera oficial e instaron a la Agrupación de Hermandades a buscar un recorrido, consagra un proceso que se gesta desde hace más de un cuarto de siglo, y que si nada se tuerce podría ser realidad en los próximos años, después de que los demás implicados en la decisión se hayan encargado de alentarlo y hacerlo posible: cofradías, obispo, Cabildo y Ayuntamiento. Todavía no hay fecha para hacerlo, pero 2015 ó 2016 no serían fechas imposibles.
Uno de los factores más determinantes es el apoyo decidido del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, y su insistencia en que sea posible. Para el prelado, las razones tienen que empezar por lo religioso. Para el prelado, la Catedral es «la Iglesia Madre», y allí se han celebrado constantemente grandes acontecimientos en los últimos años.
También el Cabildo ha intensificado su interés en los últimos años. A ninguna de estas dos partes se les escapa que las llegada de las cofradías supondrá un paso más en el proceso de plasmar ante la sociedad la esencia católica de un templo que, si hasta 1236 fue Mezquita, desde entonces está consagrado como Catedral en toda su extensión, desde el Patio de los Naranjos hasta la última capilla, aunque se haya querido alentar cierta confusión desde algunos sectores.
La segunda gran ventaja sería estética, porque configuría una carrera oficial por un paisaje urbano declarado en su integridad Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, incomparable con el Centro comercial de la ciudad.
Aunque muchos de los obstáculos han dejado de serlo en los últimos años, la organización de una carrera oficial en la Catedral soportaría despejar una serie de problemas. Para empezar, las dimensiones. Tres pasos tienen serias dificultades por su anchura para acceder a la Catedral. El Cristo del Remedio de Ánimas y el Señor de la Humildad y Paciencia no pudieron pasar por la Puerta de Santa Catalina. El trono del Cristo de Gracia, el más ancho de la Semana Santa, tampoco entraría en la Catedral. Pese a todo, sólo la primera de estas cofradías rechazó en el pleno la posibilidad de ir al primer templo. La seguridad es al día de hoy el obstáculo más delicado, aunque para nada imposible.
De hecho, ello entronca con otra de las entidades que ha señalado a la Catedral como futuro de la Semana Santa: el Ayuntamiento. José Antonio Nieto lo llevó en su programa electoral para el año 2007 y tras su llegada a la Alcaldía en 2011 su equipo de gobierno comenzó a trabajar en ello.
La Catedral está rodeada por la Judería y por calles estrechas, en las que había miedo de aglomeraciones y tapones, como se puso de manifiesto en el Via Crucis Magno, pero según el concejal Rafael Jaén, la Seguridad sería más alta que en el centro.
La creación de un plan muy ambicioso que tenga en cuenta las posibles aglomeraciones, será imprescindible, y para ello habrá que aprender de lo sucedido en el Via Crucis Magno.
También sería necesario estudiar muy bien los itinerarios de las hermandades, que sufrirían variaciones. Los caminos de vuelta de la Catedral tendrán que diversificarse, para evitar comitivas demasiado largas de cofradías por la salida natural más sencilla: las calles Deanes y Conde y Luque, muy estrechas, lo que haría que algunas volviesen cruzando la carrera oficial al terminar.
La jornada del 14 de septiembre echó abajo muchas reticencias de las cofradías, que, pese a los problemas comprobaron «in situ» como sería una carrera oficial por allí. Desde entonces todos los caminos señalan a la Catedral.