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martes, 18 de febrero de 2014

Sevilla: Un año del Via Crucis que acabó como el rosario de la aurora


Como el rosario de la aurora. Ya lo anunció Mas y Prat y lo pintó García Ramos. Aquello que sucedía durante estas procesiones matinales, donde los cofrades acababan a farolazos, sigue siendo una práctica habitual cada vez que se nombra un pregonero, cartelista o se produce alguna filtración. Esta capacidad de autodestrucción dentro de las hermandades y cofradías está muy extendida en la actualidad y, hace hoy exactamente un año, se vivió de nuevo aquel rosario de la aurora... salvo que lo que se iba a celebrar eran las catorce estaciones del via crucis.

El 17 de febrero de 2013 estaba marcado en el calendario como una de las citas cofrades más importantes de los últimos años. El Via Crucis del Año de la Fe iba a poner en la calle y juntas a algunas de las imágenes con mayor devoción en la ciudad: el Gran Poder, Pasión, el Cachorro, los Gitanos... Pero lo que debería haber sido una fiesta para guardar en los anales de la historia de las cofradías, se convirtió en pesadilla

El Papa Benedicto XVI había proclamado el Año de la Fe y, por ese motivo, las distintas diócesis españolas organizaron magnos eventos para realzar esta efeméride. En Sevilla, el arzobispo Juan José Asenjo quiso contar con las hermandades, como las auténticas fuerzas vivas de la Iglesia hispalense. Para ello, anunció meses antes la celebración de un Via Crucis, a imagen y semejanza del que ya se realizara en Madrid con motivo de la JMJ, para el primer domingo de la Cuaresma, en sustitución al que celebra el Consejo de Cofradías cada primer lunes de este tiempo de preparación a la penitencia.

La idea, que a priori debería de haberse acogido con tremendo entusiasmo, se encontró con numerosos detractores que alertaban de la excesiva profusión de pasos en la calle de forma extraordinaria. Los cofrades estaban entonces más preocupados si se escogerían las imágenes según el via crucis clásico o si iba a hacerse según el ideado por Juan Pablo II. La pelota estaba en el tejado del Consejo de Cofradías, y comenzaba el partido

Entre filtración y filtración, la institución cofradiera fue sondeando a las hermandades que podrían participar. Conforme se iban cerrando algunas, otras se iban molestando por no haber sido elegidas. De esta forma, llegó el día en el que se anunciaron –aunque era conocido ya por todos– las catorce estaciones y sus misterios, que serían: Oración en el Huerto de Montesión, Beso de Judas, Jesús ante Caifás (San Gonzalo), Negaciones de San Pedro (Carmen Doloroso), Jesús ante Pilato (Torreblanca), Jesús flagelado (San Esteban), Jesús carga con la cruz (Gitanos), Jesús es ayudado por el Cirineo (Pasión), el encuentro con las mujeres (Gran Poder), Jesús es crucificado (Estrella), Jesús y el Buen Ladrón (Montserrat), Jesús crucificado con la Madre y San Juan (Siete Palabras), Jesús muere en la Cruz (Cachorro) y Jesús es depositado en el sepulcro (Santo Entierro). 

La polémica estaba servida: tres imágenes con similar iconografía (Gran Poder, Gitanos y Pasión), mientras había otras que representaban exactamente esas estaciones como el Valle; otras como la Estrella que no representan a Jesús crucificado, mientras que sí lo hubiera hecho la Exaltación; o, por otro lado, San Esteban, que representa la Burla y que había otro misterio como el de la Coronación de Espinas del Valle que también hubiera podido ocupar su lugar. 

La «organización»

Otro reto se cernía sobre el Consejo: la organización de los cortejos. El Cecop obligó a variar la idea original ante la previsión de personas que se iban a dar cita. De esta forma, se acordó que las imágenes llegaran en sus pasos al entorno de la Catedral, sin bandas de música, y por medio de dos vías de acceso que confluirían en el Banco de España. 

Las imágenes estarían varias horas en los lugares asignados pero sólo se iban a poder visitar durante pocos minutos, lo que despertó una oleada de críticas... otra vez. Por otro lado, se establecería un plan B: en caso de lluvia, con que sólo una hermandad suspendiera su participación, se suspenderían las demás y se celebraría el Via Crucis en el interior de la Catedral con el Lignum Crucis de la Vera Cruz

Torreblanca protagonista

Las malas previsiones del tiempo auguraban ya que podría suspenderse. Y así ocurrió. Con un riesgo de lluvia débil que iría disminuyendo considerablemente durante el día, las hermandades comenzaban a reunirse. El presidente del Consejo, Carlos Bourrelier, apelaba a la valentía de los cabildos y el de Torreblanca se mostraba optimista. 

Sin embargo, llegó la noticia de que Montserrat y el Cachorro no saldrían, por lo que automáticamente quedaba suspendido el via crucis según el protocolo establecido. Sin embargo, Montesión anunciaba en Twitter que el cabildo sí había aprobado la salida y se comenzó a rumorear la intención de la hermandad de salir a la Plaza de los Carros con el misterio. 

En las Siete Palabras –que había protagonizado una polémica al querer participar con música durante los traslados–, también había intención de dar una «vueltecita» por la plaza del Museo. Y llegaba el momento de Torreblanca, que debido a la oportunidad histórica que iba a vivir de poder acudir a la Catedral con el misterio desde Santa Marina, solicitó al Consejo presidir en solitario el Via Crucis. No obstante, desde el Arzobispado se le instó a la hermandad a lo establecido: «O todas o ninguna». 

Esto encendió los ánimos. Esta solicitud no sentó bien a las hermandades participantes y se originó, a través de las redes sociales, una polémica entre partidarios y detractores. Pero, el momento álgido llegó cuando la hermandad de Torreblanca decidió poner a su paso en la calle, puenteando al Consejo y al Arzobispado. El misterio salió a la plaza de Santa Marina, donde se rezó un Padrenuestro, mientras que en Twitter se incendiaba con críticas a esta hermandad y a las demás que habían mostrado previamente su intención de hacer lo mismo. Era «jugar a los pasitos».

Ya por la tarde, se celebró con mucha solemnidad en la Catedral el Via Crucis, presidido por el arzobispo. Terminaba así una jornada que pudo ser grandiosa y acabó, como tantas veces en las cofradías, como el rosario de la aurora. 








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