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lunes, 24 de marzo de 2014

La Firma Invitada: Corruptelas Cofradieras


Imaginen una historia ficticia, algo que no ha sucedido pero que podría suceder. Imaginen que un hermano mayor tuviera poder para decidir que hay que cambiar las túnicas de los nazarenos de su hermandad. Y que a partir de ese momento todos tuvieran que vestir una túnica que sólo se pudiera adquirir en la tienda propiedad del susodicho hermano mayor. Sería inaceptable, ¿verdad? 

Hablemos ahora de realidades. A lo largo de la historia de España ha habido muchos directores de bandas profesionales, municipales y militares, que han utilizado su cargo de una manera muy discutible. No conformándose con dar a conocer sus marchas procesionales han llegado a eliminar del repertorio de dichas formaciones (públicas) las obras maestras de otros compositores. 


Han insistido en programar sólo sus propias composiciones generando beneficios económicos para sí mismo, pues las grabaciones discográficas y las interpretaciones públicas generan derechos de autor (SGAE). Se dice que hay quienes han llegado a comprar sus partituras para los archivos de sus propias bandas. 

Esta costumbre se ha contagiado a las bandas de música, bandas de cornetas y agrupaciones musicales no profesionales. Son dos profesiones diferentes, director y compositor, que no conviene mezclar en una misma empresa. Programar la obra propia y vetar la de otros compositores es una corruptela y un ataque al patrimonio musical. Esta actitud provoca que obras maestras queden en el olvido o se pierdan definitivamente e impide que magníficos compositores noveles tengan oportunidades para mostrar su música. Es loable que los directores dirijan algunas marchas propias mientras además interpreten las creaciones de otros maestros. No confundamos a quien programa alguna obra propia con quien "sólo toca sus marchas". El equilibrio y la prudencia son buenos consejeros: ni todo ni nada. Aunque si hay dudas lo mejor es nada.











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