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lunes, 24 de marzo de 2014

La Saeta sube al Cielo: Luna blanca de Nisán


"Luna blanca de Nisán
iluminando al pueblo cordobés
por caminos de hermandad
bajo las alas de San Rafael.
En su llanto de humildad
tus ojos dan sentido a nuestra fe:
que los que alzaron el vuelo
contigo a los cielos
puedan escuchar
la plegaria de Esperanza
que cantan tus niños
Reina de la Paz."

El pasado 16 de Marzo hubo luna llena, la que anuncia que ya entramos en el mes de Nisán, la que nos avisa de que la próxima luna llena que veamos sea Luna de Parasceve, la más bonita de todo el año y con la que todo cofrade sueña dormido y despierto.

No veo la hora de encontrarme en el Puente Romano viendo pasar El Amor, en la Plaza del Alpargate esperando a ver recogerse al Señor de Córdoba, en una Santa Victoria en la penumbra para escuchar el bello e inquietante “Miserere” al paso del Remedio de Ánimas, en el Patio de los Naranjos para presenciar como el Señor de la Sentencia se impone ante el majestuoso minarete, en aquel recoveco de la esquina de la calle Deanes con Conde y Luque para ver la revirá del Buen Suceso, y sobre todo, a la vera del Cristo de los Faroles para esperar impaciente a mi Humilde Rey de Capuchinos.


¡Y es que esto ya está aquí señoras y señores!, pero no corramos, disfrutémoslo sin prisas, despacito. Que cuando paseemos por el centro de la ciudad y veamos el montaje de los palcos y gradas de la carrera oficial no sólo nos pongamos nerviosos y contemos los días para el Viernes de Dolores. Que cuando veamos las pastelerías repletas de torrijas y nazarenos de chocolate y caramelo no sólo nos acordemos de ir a recoger la túnica y dejarla lista para nuestra estación de penitencia. Ya hemos consumido la mitad de la Cuaresma y seguramente empleamos más tiempo en soñar despiertos que en la propia reflexión que este periodo de tiempo requiere.

La autora Elvira Lindo escribía en uno de sus libros cómo el protagonista percibía la entrada del verano:   ” (…) Era la primera noche del verano más largo de mi existencia, porque todavía no había gastado ni uno sólo de sus días. Como un helado al que ya les has roto el papel y lo admiras un momento antes de atreverte a pegar el primer mordisco.”

Yo contemplo la Cuaresma de la misma manera, saboreando cada uno de sus días que no se volverá a repetir, apreciando cada momento cofrade que me brinda esta bella época. Démosle a cada instante el valor real que tiene, que hay tiempo para todo, para meditar y para soñar, y preparémonos a conciencia de lo que nos viene por delante. Que la espera es muy bonita, pero más bonita es si esperamos rezando. 

Estela García Núñez












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