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domingo, 27 de abril de 2014

El Rincón de la Memoria: María Santísima Nazarena en 1938



Gente de Paz inicia hoy una nueva sección que esperamos sea del agrado de todos ustedes en la que recuperaremos imágenes de nuestro pasado cofrade. Aprovechamos la coyuntura para solicitar la colaboración de todos nuestros queridos lectores; si disponen de fotografías de nuestra historia que deseen compartir en Gente de Paz, no duden en ponerse en contacto con nosotros (gentedepaz1940@mail.com), sería maravilloso crear entre todos esté Rincón de la Memoria.

En esta ocasión les traemos una interesante imagen de María Santísima Nazarena, tomada en 1938 y de autor anónimo. En ella podemos verla durante el traslado de la venerada imagen hospitalaria hacia la iglesia parroquial de San Lorenzo ya que, como es conocido, entre 1920 y 1939 recibió culto en calidad de cotitular de la hermandad del Calvario, bajo la advocación de Nuestra Señora del Mayor Dolor y Esperanza.

Como puede comprobarse aparece portada por un grupo de devotos sobre la peana de las andas de plata de Nuestra Señora de la Soledad, que en la actualidad incorpora el paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Esta pieza fue donadas por el conde de Mazeda en 1780 y realizada por el platero cordobés Cristóbal Sánchez y Soto. La Virgen viste saya y manto negro realizado en bordado de realce, que en su día perteneció al ajuar de la Soledad, realizado en 1862 por la egabrense María de los Dolores Velasco y Malverín. Cabe reseñar el detalle del ancla que porta en su mano izquierda alusivo a la advocación de la Esperanza.

En esta época procesionaba en un palio diseñado por el recordado imaginero Juan Martínez Cerrillo, a la sazón vice hermano mayor de la cofradía. La revista “Cofradías cordobesas” correspondiente a la semana santa de 1938 informa puntualmente de las características del citado paso que estaba realizado “en tisú de plata, encaje de oro y terciopelo fino verde, con colgantes de plata y lágrimas de cristal y cinco pinturas y golondrinas…” La confección de la obra corrió a cargo de “distinguidas señoritas del barrio, dirigidas a su ver por la señorita Carmen Retamosa del Real”, cuya hermana, Doña Ernestina, dirigió durante varias décadas las famosas Escuelas Pías que existieron en la plaza del Pozanco. La orfebrería corrió a cargo de los talleres “La Milagrosa”, entonces dirigidos por Francisco Ruiz quien, a juicio de los editores, realizó un brillante trabajo.

Francisco Román Morales



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