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lunes, 28 de abril de 2014

La Saeta sube al Cielo: Una forma de vida


Recién acabada nuestra Semana Grande es hora de recapacitar y valorar en frío aquello que llamamos “vida de hermandad”. Pertenecer a este mundo cofrade es una forma de vida, pero según como nos la planteemos.

Bien es cierto que desde hace algún tiempo se viene oyendo hablar de crisis en las cofradías. Pero, ¿cómo puede ser que hablemos de crisis en un tiempo en el que hay cantidad de nuevas formaciones de hermandades, cuadrillas de costaleros, agrupaciones y bandas de música, etc…? Y es que esto tan sólo son factores exógenos, la verdadera crisis va por dentro, no hay valores internos.

Algunas hermandades desaparecen y solo reviven en cuaresma. El éxito de algunos cultos es mínimo, apenas hay asistencia por parte de los hermanos; por no hablar del interés mediático de algunos de ellos para conseguir ciertos cargos político-sociales… harto lamentable…


De esta forma sólo conseguimos que, si por falta de críticas a nivel social, tengamos el añadido de que aparentemente únicamente seamos una exhibición de tradiciones culturales. Y la solución está en nuestras propias manos, nadie vendrá a socorrernos como pudiera ocurrir en otros ámbitos.

Recuerdo las palabras del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, cuando dijo que “el mundo cofrade no está hecho para personas deseosas de protagonismo, que no han podido encontrarlo en otros ámbitos de la vida. En el mundo cofrade, como en toda la vida cristiana, vale quien sirve y no vale quien quiere servirse de la cofradía para sus intereses.”

Desde mi punto de vista, la solución a este preocupante asunto está en volver a las raíces de las hermandades, relegando “postureos.”

Que maravilloso sería llevar una vida de hermandad como Dios manda, haciendo que todo lo cofradiero tenga que ver en nuestro día a día, que cada pasito que demos en nuestro quehacer nos recuerde a nuestros Titulares.

Menos mal que, como en todos sitios, siempre quedan “los buenos”, los que poco a poco van sacando adelante con su fe los inconvenientes que se van planteando en esta genial forma de vida, la vida cofrade.


Estela García Núñez













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