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sábado, 19 de abril de 2014

Sevilla: El Viernes Santo de sol también existe


Con carita de sueño y sin apenas margen para reposar lo vivido en la Madrugá, la tarde tomó el relevo más corto a la mañana en una continuidad de emociones que viajó de Pureza a Chapina en un abrir y cerrar de ojos. Había muchísimas ganas de reencontrarse con un cielo azul y de vivir ¡al fin! un Viernes Santo sin sobresaltos por la lluvia después de un trienio maldito. Sólo el percance de la Soledad de San Buenaventura a la salida de la Catedral al rompérsele una de las escaleras de la cruz retrasó el perfecto guión en el que se metió la tarde en la que Dios se ausenta de los Sagrarios y exala su último aliento en Triana.

Amenció nublado y hasta llegó a chispear levemente, pero nadie se dio por enterado. La estabilidad y el sol estaban más que abonados a la tarde del Viernes Santo. Tanto es así que, por ejemplo, en el Cachorro no estaban acostumbrados a abrir las puertas sin antes celebrar un cabildo de urgencia para consultar los últimos pronósticos meteorológicos. “Se hace raro, la verdad. Pero hoy [por ayer] vamos a repartir baberos por Sevilla”, decía un grupo de hermanos que no terminaba de creerse lo que estaba a punto de suceder. Sin perder ni un minuto, la cruz de guía asomaba a la puerta de la basílica trianera para alegría de cuantos se encontraban en las inmediaciones soportando un sol de justicia desde el mediodía: “Venimos de Benacazón. Qué alegría más grande pasar calor para ver al Cristo de la Expiración, al que le tenemos tanta devoción en el Aljarafe”, reconocía María del Carmen junto a sus tres hijos, todos ellos hermanos del Cachorro. Y es que la última vez que esta cofradía se libró del agua y pudo completar felizmente la estación de penitencia fue en 2010.



Quizás por ello su salida emocionó tanto, sobre todo cuando el capataz, Ismael Vargas, dedicó una de las levantás a los que han ido quedando en el camino en estos años de vacío: “Va por todos los que ya no están con nosotros”, arengó bajo las trabajaderas mientras el Cristo expirante buscaba los primeros rayos de sol. La imagen que tallara Ruiz Gijón volvió a sentir la brisa que venía del río después de que no hace mucho protagonizara un viacrucis extraordinario por la Nueva Evangelización hasta la vecina parroquia de la O, también de fiesta por la salida de su cofradía. La Virgen del Patrocinio, por su parte, consolidó su estilo tras hacerse cargo de su atavío el joven Antonio Bejarano. Otro nombre vinculado recientemente al Cachorro, el florista Javier Grados precisaba la procedencia del exorno floral del palio: “Son claveles rosas de Italia y se llaman Señorina”, en alusión al apodo de Señorita de Triana que recibe esta dolorosa de rasgos aniñados que realizó Luis Álvarez Duarte en 1973.

La alternancia del sol y sombra de la tarde se proyectaba también en la otra orilla. En Adriano se acompañaba además de un público en su justa medida que invitaba a disfrutar de cada detalle del cortejo de la Carretería que iba desembocando al Arenal por la calle Toneleros. Llamó la atención una pequeña turista de cabellos dorados y piel albina que pedía caramelos vistiendo un traje de flamenca de una de las tiendas de souvenir del Centro. Una conjunción desafortunada que propició comentarios de todo tipo. “¿Se creerá que esto es la Feria de Abril?”, se escuchaba entre risas.

Anécdotas al margen, el discurrir del misterio de la Carretería por la calle central de la Campana tuvo un recuerdo especial con la madre del compositor Bienvenido Puelles, fallecida aquella madrugada. La banda de cornetas y tambores de las Cigarreras, formación vinculada a la familia Puelles Oliver, interpretó la composición Requiem tras el paso de misterio del Cristo de la Salud en sus Tres Necesidades. Todo un detalle para quien aliviar su dolor.

Trató de pasar desapercibido, ocultándose tras unas gafas de sol oscuras, pero lo cierto es que muchos identificaron al actor Antonio Banderas que se paseó por la zona del Arenal para disfrutar de algunas cofradías, como la que a las seis de la tarde salió de Carlos Cañal. Lasalida de la cruz de guía fue saludada con una saeta desde el balcón de la emblemática confitería. Abajo, a pie de calle, estaba José Antonio Grande de León, que tras un paréntesis de nueve años volvía a ser vestidor de la Soledad. “He tenido un apoyo tremendo. Es como si nunca lo hubiera dejado de hacer”, confesaba mientras explicaba la nueva estética que presentaba la dolorosa: “Recupera una estampa romántica del siglo XIX, que le va muy bien con la época en la que Astorga hizo la imagen”. Para ello se ha inspirado en fotos antiguas, de las que, por ejemplo, ha sacado la nueva posición de las manos: “La izquierda muy cerca del corazón y la derecha hacia abajo con la corona de espinas, transmitiendo el dolor al público”, precisaba.

A esa misma hora, en la calle Castilla se organizaba la macro-cofadía del Viernes Santo. Aquella que va de la cruz de guía del Cachorro al palio de la O. La corporación del llamado Jorobaíto de Triana ponía rumbo a Sevilla tras el palio del Patrocinio. Lo hacía con numerosos estrenos como las nuevas cartelas de los respiraderos del paso del Nazareno, con diseño y ejecución de David Segarra. Emotiva resultó la levantá del palio ante el palquillo de la Campana, dedicada a la obra social de la hermandad y a esos niños que han nacido gracias a la fundación.

La primera parte de la tarde estaba ya en marcha, y todo iba transcurriendo con normalidad. Las últimas luces de la Costanilla recibieron a la hermandad de San Isidoro. La cofradía volvió a transitar por la calle Tarifa para acceder a la plaza del Duque, como ha venido haciendo de forma tradicional, tras decidir el pasado año suprimir su paso por esta vía y continuar por Javier Lasso de la Vega y Trajano para enlazar con la Carrera Oficial.

Fue entonces cuando se conoció que la Soledad de San Buenaventura tenía un percance con una de las escaleras que van en la cruz. El día acumulaba ya 15 minutos de retraso, pese a que la cofradía de Carlos Cañal decidía mantener bajada la cruz para no tener más problemas a su paso por el Arco del Postigo.


Pero la noche presentaría aún otras novedades, como el nuevo recorrido de vuelta de la O, recuperando su tránsito por el Puente de Triana y el selecto repertorio musical de la banda de Tejera tras el palio de la Virgen de Montserrat, a la vuelta, por la plaza de Molviedro. El broche de oro a esta jornada clásica lo puso en la Campana el paso de misterio de la Mortaja. La que antaño fue denominada como la cofradía de Santa Marina fue el contrapunto a este pausado y sereno ocaso del Viernes Santo que acabó con el tópico del mal tiempo.







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